La problemática de la basura ha sido tema relevante durante los últimos meses en la Provincia de Llanquihue, especialmente en Puerto Montt, la capital regional, y Puerto Varas. Y en ambas hay un denominador común: la participación de la comunidad, pero para mal.
En la capital regional el tema estalló apenas empezado el año 2018, ya que los basureros colapsaron y pasados varios días aún se podían observar en ellos desperdicios arrojados en la noche de Año Nuevo. Botellas, serpentinas y cajas, adornaban el panorama de decenas de poblaciones de la ciudad. En aquella oportunidad la empresa recolectora de residuos, Gestión Ambiente culpaba, entre otras cosas, a la coordinación con el municipio y a los horarios del Relleno Sanitario de La Laja.
El problema sigue apareciendo hasta hoy, y es que a punto de terminar la concesión con la empresa recolectora, parecieran no haber mayores esfuerzos por mejorar drásticamente. Es de esperar que con el millonario incremento del presupuesto asignado a la nueva empresa recolectora, que se llevará 400 millones de pesos mensuales, el tema mejore en el corto plazo.
En Puerto Varas, por su parte, la situación no ha sido mejor con los recurrentes microbasurales que están repartidos por los sectores céntricos. A tal punto ha llegado el problema, que tuvo que aparecer un emprendimiento privado -dado a conocer en la edición de ayer de nuestro Diario- para intentar controlar esta problemática y convertir a la ciudad lacustre en un destino turístico verdaderamente sustentable y que no esconda la basura debajo de la alfombra.
Sin embargo, y en consideración a todo lo anteriormente expuesto, ningún esfuerzo será suficiente si en la ciudad de las rosas hay gente cochina que continúa botando desperdicios en sitios eriazos y si en la capital regional los vecinos siguen lanzando a los contenedores de un cuanto hay. Incluso tirando la basura cuando el receptáculo está lleno, atrayendo roedores y malos olores.
Necesitamos con urgencia más esfuerzo de autoridades, pero por sobretodo, mayor conciencia de nosotros mismos, que entendamos que lo público es de todos y su cuidado parte por nuestro esfuerzo, no el de otro.