Aprendiendo a odiar
Carlos Stange Bravo. Presidente Cámara de Comercio, Industria y Turismo A.G Puerto Montt.
Cuando comenzamos a analizar la forma en que la ciudadanía prefiere informarse en esta era de la tecnología, en donde lo instantáneo, la comodidad, los pocos caracteres y por último en donde es mas importante la cantidad de likes, reproducciones y cuantas veces se comparta lo que he publicado, hace que preferíamos las fuentes informales, como las diferentes paginas sociales, quienes entregan supuestas noticias (fake news), en donde se basan muchas veces en comentarios propios, muy poco objetivos y claramente sin una fuente sólida ni una investigación, en donde en vez de informar a la ciudadanía, la desinforma y les genera una opinión basándose en un juicio de valor, sin saber la verdad. Siempre he creído que los debates, intercambio de opinión son importante para poder ir generando espacios, para buscar nuevas y mejores soluciones para un bien común, pero ¿Cómo poder hacerlo, si la información que les llega, no siempre es la correcta? Ya no se busca la noticia objetiva, si no que se busca la información que convenga a los intereses particulares, personales, los cuales se terminan atesorando como verdad. El resultado de esto nos está llevando a la intolerancia y a varias "verdades" que no nos permiten avanzar, solo generan angustia y odio por supuestos abusos que alguien nos quiere transmitir.
Es tanto lo que generan estas noticias informales, que nos ha llevado a elegir presidentes incluso a distintas autoridades que hoy gobiernan el mundo, o a idolatrarlos porque ellos mismos ocupan estas plataformas para señalarnos algo que simplemente no es verdad.
Es tiempo de que también en este punto nos hagamos responsables, de cada uno de nosotros hacernos las preguntas necesarias para validar la información, porque de esa manera combatiremos a los que nos quieren enseñar o guiar al odio. Seremos libres de pensamiento y con una posición clara, siempre que tengamos la información correcta.
El Odio no nos permite ser felices, ni nos permite construir puentes, ni generar dialogo, para poder pensar en nuestro bien común. Solo hace que se genere mas odio, y que los intereses personales se interpongan sobre los intereses en general. Nacimos para ser felices, y libres, pero todo eso acompañado de una responsabilidad.
Pedro Díaz Polanco. Director de la Escuela de Administración Pública. Universidad Austral de Chile.
La hipocresía de clase política el 8 de marzo
La conmemoración del día internacional de la mujer provocó que los espacios virtuales y los espacios públicos, se llenasen de publicaciones y manifestaciones relativas a denunciar y corregir las injusticias generadas por las discriminaciones que sufren las mujeres. El multitudinario y transversal apoyo que concitó la conmemoración, permitió que las numerosas actividades realizadas se presentasen como un llamado a la clase política para que ésta modifique la realidad jurídica con la que erradamente se legitiman algunas de estas discriminaciones. Salieron voces que no sólo apoyaban las reivindicaciones asociadas a la igualdad de derechos, sino también se mostraban comprometidos a corregir algunos de los "absurdos criterios" con los que actualmente se castiga a la mujer respecto a la realidad que "gozan" los hombres, tal como ocurre con la priorización de contratación que tienen los hombres y el mayor costo que tienen los planes de salud de las mujeres. Ante esto, los apoyos políticos esbozados merecen la calificación de coyunturales, ya que la realidad legislativa de los últimos años demuestra una carencia de la voluntad parlamentaria a la hora de corregir a plenitud los vicios que sostienen la discriminación en contra de la mujer, lo que ha llevado a configurar a la igualdad de derechos como un discurso electoral y no como una preocupación formal de la clase política. Se han promulgado leyes que equilibran la relación de derechos entre hombres y mujeres, la realidad indica que éstas son iniciativas insuficientes y merecen calificarse como mínimas sobre la finalidad estatal de promover el bien común. Esto es así, ya que la igualdad de derechos es una obligación constitucional derivada del artículo 1.1; norma que establece: "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derecho", lo que lleva a que el principio de no discriminación y la conjugación de la dignidad y de la igualdad debieran estar presentes en las leyes vigentes y proyectos presentados ante el Congreso. Es necesario que nuestros parlamentarios empiecen por corregir el artículo 1749 del Código Civil, que legitima la prohibición que tiene la mujer de administrar los bienes propios cuando está casada bajo sociedad conyugal, que conlleva a que la ley -de manera tácita- evidencie una incapacidad de la mujer respecto a la del hombre.