Patrimonio y el museo regional
Simón Urbina A.Director Escuela de Arqueología Universidad Austral de Chile. Sede Puerto Montt. Max Cano CEO Mazicorp. Experto en manejo de crisis.
El informe "Situación de los museos en Chile Diagnóstico 2019" (SNM y OPC) indica que el 90% de las comunas en la región no tiene museos y que, a nivel nacional, el 85% de las personas que no fueron a un museo en su niñez, no lo hicieron en 2018, más del 77% de la población país. Si bien la región de Los Lagos exhibe un promedio de 34.539 habitantes por museos (24 museos para 828.708 personas) -a nivel nacional el promedio es 68.880 h/m-, nuestros museos se hayan concentrados y cumplen parcialmente con su misión. A pesar de la heroica labor de sus funcionarios/as y profesionales (sin apoyo ni financiamiento suficiente), los museos no reportan el manejo de sus colecciones, no informan si realizan investigación sobre sus colecciones y no se hayan conectados con usuarios y comunidades aledañas.
Mejorar la calidad de vida y la economía en la región requiere conocer, preservar y gestionar adecuadamente nuestro pasado, patrimonio y memoria. De todas las iniciativas que actualmente se discuten en el ámbito público sobre esta materia, la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile participa en distintas Mesas Técnicas: Monte Verde, Museo Regional, Bosque Fósil de Pelluhuín, entre otras. Las necesidades son numerosas y crecientes debido al empoderamiento local y al clamor por un turismo no estacional que aproveche los contenidos generados por la investigación arqueológica.
¿Por qué esperar? Ha llegado el momento de priorizar el catastro de recursos patrimoniales en las provincias de Palena, Chiloé, Llanquihue y Osorno, para definir modelos de gestión acordes con las políticas regionales. La misma determinación se requiere para diseñar un museo para la región de Los Lagos, que narre la completa historia humana en estos territorios en toda su extensión y profundidad cronológica. Las y los profesionales del Sur Austral de Chile, a pesar de la burocracia y la incomunicación sectorial, saben cómo ejecutar estos proyectos: allí están el Diagnóstico del Patrimonio Cultural de la Región de Los Ríos (2010) y el Museo Regional de Aysén (2018). Conocer nuestro puerto de origen, como nuestro destino, contribuirá a clarificar e impulsar estas iniciativas con menos obstrucción en el trayecto y mayor unidad en los objetivos.
El Error- Ensayo vivido en Osorno
Mientras se discuten las sanciones aplicables a la empresa sanitaria de Osorno, es importante -al menos- revisar tres asuntos que no se deben repetir en estas crisis, menos aún, en concesiones de servicio público. El primero: los clientes no son un número ni un porcentaje. Son personas con nombre y apellido que habitan viviendas y tienen realidades y urgencias diferenciadas, sobre todo sociales y geográficas. Estas características deben conocerse de forma anticipada y no puede ocurrir que sea el número en su boleta o de su consumo lo que los defina. Un ejemplo claro de esto es cómo las empresas de distribución eléctrica aprendieron que los clientes-personas, que habitan en hogares y son electrodependientes, deben ser tratadas con cierta prioridad. ¿Qué pasó la semana pasada con los adultos mayores que vivían solos y tuvieron dificultades para trasladarse a buscar agua en baldes a los camiones aljibe?
Lo segundo. En las crisis del tipo humanitarias -como es la falta de agua- la máxima es que las soluciones deben ser sinceras en tiempo y forma. Se debe entregar certezas con soluciones reales y progresivas. De qué sirve enunciar -hipotéticamente- que el 90% de la población esté con agua potable en sus casas, si al 10% restante no le llega en una semana. Peor aún, comprometer una fecha y no cumplirla. Así, se pierde la credibilidad y se produce más enojo y desazón. Una familia también puede planificarse en la escasez, pero si se le dice que habrá y no hay, pierden todos. Más vale ir paso a paso, avanzando en pequeños compromisos que vayan recuperando la confianza y evitar sobre prometer.
Finalmente, preocupa y llama la atención que un negocio tarificado, regulado y de vital necesidad, tenga una inversión sanitaria tan baja y sin control de los riesgos. Hoy se entiende que las compañías funcionan con un control de éstos de forma alta y con mecanismos eficientes para tomar el control ante potenciales errores. No olvidemos que la rentabilidad de este negocio está asegurada en una tarifa que las familias pagan mes a mes. Aquí, o la "empresa modelo" con la que se calcula el costo es deficiente y no considera riesgos o contingencias ni la mitigación en "accidentes", o bien se evitó suponer la eventual situación del "petróleo y su contaminación" por algo inexplicable. O, tal vez, parecería que la fiscalización fue débil.