Cuando voy a una reunión social con personas que no son de mi grupo de amistades, y ante la consulta de cuál es mi profesión, las reacciones tras comentar que soy arqueólogo son usualmente tres: preguntar por dinosaurios, sugerir que debería trabajar fuera del país porque acá no hay campo y consultar por Monte Verde.
Mas allá de lo anecdótico de la situación, refleja una preocupante suerte de "deuda histórica" que los arqueólogos tenemos con la sociedad en general: nos cuesta mucho difundir nuestros avances en el conocimiento de la prehistoria nacional. Son realmente fascinantes los avances que la arqueología chilena ha realizado en los últimos 20 años, pero lamentablemente todo ese esfuerzo no ha ido a la par con una práctica constante de hacer llegar esa información a los distintos actores sociales.
Las vías para que este conocimiento sobre nuestro pasado nacional se acerque a la comunidad (nacional e internacional) y así pueda ser apropiado, valorado y finalmente resguardado, son diversas. Un camino escasamente trabajado es el del Turismo de Intereses Especiales.
La generación de circuitos turísticos que incorporan destinos arqueológicos, y también paleontológicos, asociados a visitas a museos e insertando elementos que permitan darle valor agregado a la oferta, como alternativas gastronómicas con algún tinte "extinto", han probado ser experiencias positivas en nuestro país. Sin ir más lejos, el sitio arqueo-paleontológico de Pilauco se ha posicionado como un destino turístico central en la ciudad de Osorno, en gran media por el trabajo mancomunado entre la Municipalidad, La Universidad Austral de Chile y diversos actores asociados al turismo local. Las estadísticas lo confirman: en 2018 el Museo Pleistocénico recibió 12.555 visitas y en lo que lleva del año 2019 ya lo han visitado 23.785 personas.
Existe un público local con ganas de saber sobre el pasado del lugar donde habita y también existe un público extra local que exige ofertas específicas. En ambos casos se necesita entregar conocimiento científico actualizado. Y celebro la realización de la 1ª Escuela Internacional de Innovación Turística (30 de septiembre hasta el 5 de octubre) en Puerto Varas.
Personas en situación de calle y DD.HH.
Mientras todo Chile celebra las fiestas patrias, cuando parece que todo es alegría y unidad, en paralelo ocurren hechos que merecen nuestra atención y reflexión. Chile ha logrado disminuir significativamente la incidencia de la pobreza extrema en la población, no obstante, persiste un núcleo duro de personas que experimentan condiciones de especial fragilidad y precariedad. Las personas en situación de calle, entendidas como aquellas que "carecen de residencia fija y que pernoctan en lugares, públicos o privados, que no tienen las características básicas de una vivienda, aunque cumplan esa función son un poco más de 500 en nuestra región. La mayoría no tiene redes de apoyo, sufren el abandono de sus familias, la exclusión social, el prejuicio y la discriminación al punto más extremo. ¿No parece esto una dicotomía? ¿No debieran las personas de extrema pobreza recibir nuestra máxima atención? En pocas semanas hemos recibido distintas noticias que van en un contrasentido al énfasis que el Ministerio de Desarrollo Social y Familia intenta encausar hacia un fortalecimiento de la reciente Política Nacional de Calle. Anticipándonos, mientras no seamos capaces de ver al otro como un legítimo yo, toda política social es y será infructuosa. Así es, como en menos de dos semanas hemos tomado conocimiento de hechos muy dolorosos y que nos ha obligado a fortalecer las medidas de sensibilización en nuestra Región. Hechos tales como: el retiro y destrucción de materiales de abrigo de personas en calle. Lo que se le entrega de día, alguien inhumanamente lo retira y destruye de noche. Siendo lo único que evita que fallezcan por hipotermia, cuando no quieren acceder a los albergues. Compréndase aquí, que se trata de una circunstancia compleja, que no es falta de disposición o dispositivos para que una persona deje la calle. A una persona "no se le saca de la calle", pues en su composición de ser humano, se requiere de su propia voluntad, es decir del ánimo y del espíritu del alma para hacer o dejar de hacer algo y es por eso que de nuestra parte reciben un apoyo biopsicosocial, progresivo y paulatino a través del Programa Calle. El estar en 'situación de calle', evidencia una circunstancia social, más que una categoría o condición individual, muy poco conocida a fondo y por ende incomprendida.