La Cuenca del Lago acaba de saltar al tapete noticioso a través del reciente anuncio ministerial de la futura conexión costera de las comunas de Puerto Varas y Llanquihue, en el marco de la soñada conectividad ribereña de las bellas ciudades enclavadas en torno al majestuoso Lago Llanquihue.

Se enfatizó la voluntad de llevar por fin adelante esta importante adelanto de desarrollo turístico, que desde hace por lo menos dos lustros se ha venido gestionando con bastante intensidad y, por cierto, con el siempre entusiasta apoyo de nuestro Diario. Se avanzaron estudios del proyecto, que bien podrían ser un aporte a las nuevas tareas que conduzcan a la concreción de ese anhelo. Lo primordial es que no se desperdicie esfuerzo alguno y que la voluntad sea trabajar muy unidos hasta materializar la obra.

En el despegue turístico de las comunas lacustres costeras, no cabe la menor duda que es vital concentrarse en la optimización de la conectividad vial entre ellas. Y justamente con la habilitación de una ruta de primera categoría bordeando el gigantesco lago sureño, en virtud del maravilloso paisaje que ofrece -con los volcanes de fondo- a los espectadores que ansían recorrer esa ruta de fantasía. Un enlace que, incluyendo una ciclo vía, también aporte opciones para la circulación peatonal y en bicicleta.

Por ello es que los respectivos planes reguladores de las señaladas comunas deben apuntar a la protección de este gran diamante turístico, que es una clave herramienta de desarrollo para cada una de ellas. Esto es también cuidar y estimular las áreas verdes, moderar los crecimientos estructurales urbanos, velar a fondo por la no contaminación ambiental, asegurar la conservación de identidad local, preservar los patrimonios culturales e históricos de la zona, entre otros elementos potenciadores de las raigambres autóctonas.

La Cuenca del Lago Llanquihue es uno de los más preciados tesoros del turismo patagónico, digno de mostrarse y compartirlo. Lo que implica el deber de potenciar su conectividad y facilitar el acceso, mediante obras decisivas como la ruta costera en torno al lago desde hace años anunciada, pero que esta vez se haría por fin realidad.

Actualmente, discutimos en el Congreso sobre los detalles de la Reforma Tributaria que recaudará según el gobierno US$ 8.200 millones cuyo detalle de su destino aun desconocemos. Nadie duda que la calidad de educación de nuestro país necesita cirugía mayor, pero no podemos descartar la urgente necesidad de invertir en el área de la salud, especialmente en nuestra región.

En los últimos cuatro años durante el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, se avanzó suficiente en la postergada salud de la región, con la construcción del Hospital de Osorno, Puerto Montt, el nuevo hospital de Futaleufú, además de las mejoras en infraestructura de los hospitales de Frutillar, Llanquihue, Fresia y Calbuco, para los cuales se consideró una inversión histórica de dos mil 750 millones de pesos.

Además se inauguraron nuevos Centros de Salud Familiar, Carelmapu en Maullín, Puaucho en San Juan de la Costa, Los Muermos, Calbuco y V Centenario de Osorno, además de los CESFAM de Puerto Varas, Chonchi y Puyehue, proyectos que hoy se encuentran en ejecución.

Por otra parte, se concluyeron los estudios de preinversión los Hospitales de Quellón y Ancud. Ambos se encuentran en etapa de diseño, con un costo de 700 millones y 385 millones de pesos, respectivamente, y el actual gobierno en una pequeñez política en vez de continuar con el trabajo realizado, los retarda y modifica sin mucho sentido, cuando estos proyectos ya estaban avanzados y por muy camino, de no ser por las movilizaciones sociales, estos habrían quedado en lista de espera.

La inversión en salud no puede ser un problema de un gobierno, sino una política de Estado cuyas decisiones no puede ser tomada por cifras frías y la manoseada rentabilidad social.

La salud es cuestión de humanidad y es precisamente aquí donde encontramos la profunda desigualdad de nuestro país, donde un dializado de Calbuco se puede demorar entre 4 a 12 horas para acceder a un tratamiento del cual depende su calidad de vida, de esta realidad recurrente de la región nos debemos hacer cargo todas las autoridades, porque las necesidades de la gente no tienen color político.