La visita a Puerto Montt de la veterinaria neozelandesa Nicole Doriguzzi, ha puesto en el tapete de la actualidad local la inveterada problemática de los perros en abandono de calle, muchos de los cuales se encuentran en deplorables condiciones. Situación que, junto con perjudicar la imagen ciudad turística, está revelando la irresponsabilidad ciudadana en el cuidado de sus mascotas, a las que dejan en desamparo y a su suerte al cabo de un tiempo.
A la animalista visitante le llamó la atención el estado de desvalimiento de los perros vagabundos chilenos, en comparación a los de otros países que ha recorrido. Su propuesta para ir superando estos problemas -de acuerdo a su experiencia- es obtener un mayor aporte gubernamental a través del impulso de programas de esterilización animal y en la educación formativa de una cultura de tenencia responsable de los animales, en este caso de los canes, desde la niñez en las escuelas y de los propios adultos en sus costumbres hogareñas.
Esto significa erradicar de cuajo la reprobable conducta de no cuidar debidamente a las mascotas ni mantenerlas convenientemente resguardadas y sin posibilidad de huir a las calles de la ciudad. Cuando se adquiere un animalito -hay que tenerlo muy presente- éste pasa formar parte de la familia, por lo que amerita un trato en ese rango. Taxativamente, no es un objeto desechable ni digno de maltrato. Y esto es tan importante, que ya está en avance la estructuración de una ley que normará sobre la tenencia responsable de mascotas y animales de compañía. Lo que facultará la creación de un Registro Nacional de Animales que sean potencialmente peligrosos, junto con disposiciones para el cuidado y posesión de los "hermanitos menores".
Hay que reconocer que en Puerto Montt se ha ido progresando en este aspecto. El municipio puso en marcha un moderno centro de esterilización canina a disposición de la comunidad, y organizaciones animalistas -como Albergando un Amigo- son de enorme ayuda en la tarea protectora de animales indefensos abandonados.Y, sobre todo, en la creación de una conciencia humanitaria, madura y juiciosa, cuando se incorpora a los hogares la compañía de "regalones" que contribuyen a la felicidad familiar.