Otra preocupación y seria amenaza, por su destructiva peligrosidad, -en nuestros veranos sureños-, son los incendios forestales y de matorrales en zonas aledañas de Puerto Montt, como en la provincia y la propia región. Frente a lo cual es imperioso mantener similar actitud de autocuidado, prudencia y respeto medioambiental, que se debe asumir cuando se sale a vacacionar al campo, la montaña y playas marítimas, fluviales y lacustres.
Según lo reiterado por las autoridades de la Corporación Nacional Forestal, el 99% de los siniestros forestales son de origen intencional o por negligencia humana. Lo que suele tornarse más grave aún con el factor viento que caracteriza esta zona e incrementa los fuegos desatados.
Por ello es de primordial importancia y urgencia, que la población despliegue una conducta muy cuidadosa y responsable, con la finalidad de evitar cualquier acción que pueda ocasionar un incendio. Sentido en el cual, hay que tener siempre presente que las colillas de cigarros mal apagadas, las fogatas, la preparación de asados e incluso los niños que juegan con fósforos, incluyendo las quemas agrícolas de matorrales, son habituales detonantes de estos percances incendiarios en nuestros campos y cerca de las ciudades.
Se debe insistir en que la formación de una sana y alerta conciencia civil es primordial, comenzando desde las mismas aulas educacionales, para no incurrir en estas repetidas negligencias humanas que tanto daño y cuantiosas pérdidas provocan cada vez que llega la temporada estival.
También, es prioritario adoptar oportunamente las precauciones necesarias. Sobre todo, en el control del invasivo y dañino arbusto Chacay, extirpándolo, junto a otras especies vegetales, particularmente en los sectores cercanos a viviendas, dada su condición combustible, al igual que impedir el poblamiento humano en las zonas de riesgo. Sin olvidar más estrategias de seguridad, que deben abordarse con las instituciones correspondientes como Bomberos, Conaf, Defensa Civil, Fuerzas Armadas y Carabineros. Y, así, recibir los períodos veraniegos convenientemente preparados, sin las preocupaciones y sobresaltos de la sorpresa y la improvisación.