Ayudándose losunos a los otros
Más allá de las corruptelas que ensombrecen el alma, incrementan las desigualdades y anulan las voluntades de bien, este aspecto negativo que suele amenazar con contaminar el espíritu nacional, afortunadamente se transforma en una apartada y minúscula isla, cuando aflora, desde lo profundo, el verdadero sentimiento chileno que no es otro que el de la ejemplar solidaridad, el amor a compatriota en desgracia y su espontánea reacción de brindar el más pronto socorro en tales aciagas circunstancias. Como está ocurriendo ahora con los miles de damnificados de la zona norte, a quienes avalanchas de agua y lodo han sepultado sus bienes y quitado algunas vidas, y a quienes desde todos los rincones del territorio se están enviando las ayudas más indispensables e imperiosas.
Es emocionante constatar como Chile y sus habitantes se unen -en un solo y poderoso bloque- por una causa urgente, común y humanitaria, cuando emergen cada cierto tiempo los desajustes de la naturaleza, transformados en terremotos, erupciones volcánicas o diluvios, como el recientemente acaecido en tierras nortinas, con sus estelas de muerte y destrucción. Frente a lo cual, la reacción instantánea es del más oportuno y salvador socorro a las familias afectadas, como así ha quedado de manifiesto -conmovedoramente- en tantos desgraciados desastres ocurridos a través de la historia del país y nuestra región misma.
Son estas experiencias las que, a pesar de sus rigores, hacen ver que en la medida en que prevalece la unidad, la comprensión, la ayuda mutua, el sentido de solidaridad, se logran superar las dificultades y aflicciones. Y más aún: sentir la inigualable sensación de felicidad, que trae consigo la acción humanitaria, el interesarse por las urgencias ajenas, la decisión de contribuir a paliar ese sufrimiento, el aportar a superar semejantes emergencias del prójimo agobiado.
Son éstas las ocasiones en que, de veras, se comprueba la extraordinaria fuerza del amor fraterno, caritativo, incondicional, noble y generoso.
Ayudarse los unos a los otros: frase llave para abrir los corazones, regionalizar la solidaridad, crecer y desarrollarse. Y no sólo frente a las catástrofes, sino como conducta de una vida completa y feliz.