Si no fuera por la labor que despliegan entidades como la ONG Techo-Chile, que -a través de sus periódicos catastros- muestran la dura realidad de la pobreza en que sobreviven tantas familias compatriotas, no nos enteraríamos con tanto remordimiento de esa deshumanizada y conmovedora situación, ni tendríamos los urgentes y dramáticos motivos para reaccionar con la fuerza y decisión que se requiere para acabar con esas indignas lacras sociales.
Lamentablemente, el sostenido avance del desarrollo material y modernizador regional, como ocurre en Los Lagos, no va a la par con los esfuerzos que se hacen por erradicar la pobreza y los campamentos de miseria. De los cuales aún quedan en nuestra provincia 14 de ellos, habitados por más de 600 sufridas familias, que no tienen servicios elementales como agua potable, alcantarillado y electricidad, en medio de una subsistencia carente de seguridad laboral y exenta de esperanzas de superación. Y en el plano regional, la cifra de residentes en estos asentamientos asciende al orden de las casi 2 mil familias que afrontan un presente en muy precarias condiciones, conforme a la información recogida en estas esclarecedoras encuestas. Una visión que es prioritario tener siempre a mano, especialmente cuando la mayor aspiración es elevar los niveles de la calidad de vida y ser más felices.
Giovanna Moreira, directora regional de Techo-Chile, puntualizó que a pesar de que existen programas para las familias de campamentos y de que la política de viviendas es de las más intensas en cuanto a cobertura en el continente, ello no es suficiente. Tal es así, que los asentados en esos reductos, en vez de disminuir, aumentaron de 27 mil a 34 mil en 4 años.
Esta realidad -así detectada en la reciente Encuesta Nacional de Campamentos- impulsa a redoblar los esfuerzos gubernamentales y colaborativos para dignificar la existencia de esos estoicos y postergados chilenos. Contexto en el que, especialmente, Techo-Chile llama a las distintas entidades de gobierno y comunidades, a actuar coordinadamente en la planificación y ejecución de las políticas públicas destinadas a eliminar esa degradante carga social llamada campamentos. Y que es la más cruda e insoportable expresión de insensible inequidad en estos tiempos.