No cesan las resonantes conquistas internacionales de los bogadores del club puertomontino Estrella Blanca en países europeos, como las magníficas dos preseas de oro y una de plata recientemente logradas esta vez en el Campeonato Mundial Máster de Remo librado en las aguas de Hazewinkel, Bélgica. Y siempre en ardua competición con los mejores exponentes de este apasionante deporte acuático en el nivel global. Lo que refleja la extraordinaria materia prima -de primerísima calidad- que Puerto Montt posee en la disciplina del remo. Cuyo historial atesora un pretérito resplandeciente, pero ya muy lejano.
Son precisamente éstos los más contundentes argumentos que justifican que surja una mayor preocupación en la capital regional por impulsar y desarrollar,- como corresponde a un puerto-, el deporte del remo. Actividad en la que los puertomontinos debiéramos marcar la diferencia, considerando, sobre todo, el notable escenario natural marítimo de que se dispone junto a nuestras riberas, en el canal de mansas aguas que se interna entre la isla Tenglo y las costas de Anahuac y Chinquihue.
Es de suponer que si los admirables bogadores estrelleros -careciendo de recursos y adecuada implementación, pero con acerada voluntad de superación- son capaces de honrar a Puerto Montt con victorias de tanta alcurnia en los más altos niveles del orbe de la especialidad deportiva de la boga, cuanto más obtendrían -y lograría el remo local en general- si contasen con los medios indispensables. Comenzando por la concreción de anhelado proyecto de la Casa de Botes en las orillas Anahuac, entre otras adquisiciones de equipamiento primordiales para un eficaz y sostenido desarrollo del remo en nuestro puerto.
Cuando Puerto Montt se encuentra con su derrotero orientado en plenitud hacia los horizontes del turismo, ¡qué mejor complemento que un bien organizado y equipado deporte de la boga, transformado en una atracción característica en nuestra rada y canalizo!
Acabemos con los resabios mediterráneos, que contrastan con nuestra razón de ser de porteños e impiden disfrutar de una vida feliz junto al mar.