Fumar acelera el proceso de envejecimiento del cerebro, según estudio
HÁBITO. Este efecto puede causar un empeoramiento de la capacidad para tomar decisiones y resolver problemas, señala la investigación.
Fumar acelera el proceso de envejecimiento del cerebro y puede empeorar la capacidad para tomar decisiones y resolver problemas, según un estudio publicado esta semana en la revista Molecular Psychiatry.
Investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) analizaron datos de resonancias magnéticas de 504 hombres y mujeres de una edad promedio de 73 años, la mitad de los cuales eran fumadores o antiguos fumadores.
El examen de esas pruebas mostró cómo la corteza cerebral de los fumadores perdió parte de su grosor a un ritmo mayor que en aquellas personas que evitaron el tabaco durante toda su vida.
La zona dañada es una región del cerebro ligada a funciones básicas de la mente humana como la memoria, la atención, el lenguaje y la conciencia.
El estudio sugiere que dejar de fumar podría permitir a la corteza cerebral recuperar algo de su tamaño original, aunque son necesarios "más estudios para comprobarlo", advirtió Ian Deary, autor principal de la investigación.
Los participantes del experimento que habían dejado de fumar antes presentaban una corteza cerebral más gruesa que aquellos que habían abandonado el hábito hace poco tiempo o bien que continuaban fumando, lo que sugiere que el córtex puede regenerarse.
La investigación forma parte de un proyecto británico más amplio que tiene como objetivo investigar el cerebro y que se denomina "The Disconnected Mind".
"Todos sabemos que el tabaco es dañino para los pulmones y el corazón, pero es importante que entendamos que también daña al cerebro", señaló el jefe científico del proyecto, James Goodwin.
"Dejar de fumar es el mejor modo de reducir el riesgo de daño cerebral, demencia y otras enfermedades. Este estudio otorga esperanzas de que abandonar el tabaco, incluso en la mediana edad, aporta grandes beneficios al cerebro", afirmó Goodwin.
Evidencia previa
Un estudio anterior realizado en Alemania llegó a resultados similares a los de esta investigación, al señalar que las personas fumadoras sufren un adelgazamiento de la corteza orbitofrontal y que cuanto más cigarros fuma al día un individuo y más tiempo lleva siendo fumador, más fina es su corteza cerebral en esta región.
Dado que la corteza orbitofrontal ha sido relacionada con el control de impulsos, la recompensa y la toma de decisiones, su adelgazamiento puede aumentar el riesgo de adicciones. Por lo tanto, señalaron los autores, fumar tendría un efecto acumulativo sobre el cerebro que hace que para los consumidores de tabaco crónicos resulte cada vez más difícil abandonar el hábito.
"Fumador social" no está libre de efectos
En otro análisis que exploró los efectos del tabaco en el cerebro, científicos mostraron que los "fumadores sociales" sufren daños en su memoria idénticos a quienes son consumidores habituales de tabaco. En concreto encontraron que tanto quienes fumaban siete días a la semana como quienes lo hacían sólo dos de cada siete días tuvieron los peores resultados en las pruebas de memoria prospectiva, que es la que nos permite recordar acciones programadas.
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