La igualdad ha sido el eje central del Gobierno de la Presidenta Bachelet y es también el eje del proyecto de ley que introduce mayor equidad en la relación de trabajadores y empleadores dentro de la empresa -conocida como Reforma Laboral- y que esta semana fue votado por la sala del Senado.
En Chile, la relación entre empleadores y empleados ha sido históricamente muy inequitativa, siempre en favor de los primeros.
Para que esta realidad cambie, y los trabajadores tengan más poder de negociación colectiva, hay que fortalecer los sindicatos. Esta convicción anida en el corazón de los compromisos del gobierno, y constituye a la vez un elemento central en las reivindicaciones de los trabajadores. Nos anima la idea de que, una vez que este proyecto sea ley, Chile será un poco más justo y el gobierno -que en estos días alcanza la mitad de su período- habrá cumplido una promesa más.
Como era esperable, la derecha se ha alineado casi completamente con el sector empresarial. Es lamentable, pues así como no hay una política sana sin partidos políticos sólidos, no hay negociación colectiva real sin sindicatos fuertes. Esa fortaleza sindical es la que permite equilibrar las relaciones entre trabajadores y empleadores.
Sin embargo, la oposición se empeña en mostrar a los sindicatos y a la huelgas como amenazas para la existencia de las empresas e incluso para los propios trabajadores, cuando en verdad la sindicalización y la huelga constituyen derechos fundamentales y así se ha encargado de confirmarlo, una vez más, la propia Corte Suprema en un fallo reciente.
¿Por qué algunos derechos de la Constitución son tan preciados para la derecha, mientras otros son objeto de sospecha? La oposición siempre está dispuesta a limitarlos, pero nunca a asegurarlos. Lo que piden los trabajadores es que lo establecido por la ley sea realidad y no letra muerta: si hay huelga, que sea efectiva. Si hay conquistas, que sean para los que hicieron los sacrificios. Si hay prácticas desleales, que sean duramente sancionadas.
Hasta ahora, los empleadores han recurrido a diversas fórmulas para burlar la negociación colectiva, el ejercicio del derecho a huelga y la creación de sindicatos. El reemplazo externo y la extensión de los beneficios a los trabajadores no sindicalizados son algunas de ellas. Pero el país ya está harto de las trampas, aunque se disfracen de legalidad. Uno de los méritos de la Reforma Laboral es que pone fin a estos engaños.
Senador Región de Los Lagos.
Rabindranath Quinteros L.