Madres en la lucha: la otra cara de una celebración manchada por la crisis
DÍA DE LA MAMÁ. Entre protestas, barricadas y quemas, mariscadores, pesqueras y mujeres que trabajan con productos del mar, cuentan cómo pasarán este día junto a sus hijos en medio del conflicto por la Marea Roja.
Hoy debía ser un día especial, por su labor de mamás, sin embargo, no será como esperaban. El conflicto provocado por la crisis de la Marea Roja, tienen a las mujeres sin la posibilidad de festejar.
A diferencia de lo que se está viviendo en muchos hogares, en las casas de las mariscadoras y pesqueras están pensando cómo sobrevivirán durante los próximos meses. Algunas seguirán protestando, otras estarán a la espera de una respuesta concreta y también estarán las que decidieron a cambiar de rubro.
Zoila Bustamante, presidenta de la Confederación Nacional de Pescadores (Conapach), se ha hecho más conocida por estos días gracias a su liderazgo.
Siempre está acompañada de su hija Andrea, quien, a pesar de haber estudiado Hotelería y Turismo, trabaja en el mar igual que su mamá.
El solo hecho de preguntarle a Zoila cómo será este domingo para ella, la emociona, porque sabe que será distinto, pero también sabe que esta es otra de las batallas que tiene que dar. A eso se suma que hace pocos meses se hace cargo también de sus tres sobrinos, porque su hermana falleció en un accidente.
"¿Cómo voy a vivir este día de la mamá? Con dolor 'nomás'", dice y entre lágrimas agrega que "hay muchas mamás que ahora están en la calle porque el Gobierno no ha tenido la capacidad de ofrecer algo mejor".
La líder cree que esto está recién empezando y, por eso, siente que el futuro puede ser aún más complejo, pero para ella lo importante es dar la pelea en la que la acompaña Andrea, su esposo, sus sobrinos y cuñado. "Mi hija es igual que yo, es guerrera, todos somos aguerridos, y lo bueno que tenemos los pescadores es que somos todos unidos y a la hora de juntarnos somos uno solo", recalca. Quien también es parte de este conflicto es Olga Vera, locataria de Angelmó que ha sido parte de las protestas, que sus compañeros realizaron la última semana a las afueras del mercado, para pedir soluciones.
A Olga la crisis también la ha golpeado y aunque tenía ahorros, tiene claro que el dinero no alcanzará para las cuentas . Para ella este domingo tampoco será de celebración, más aún porque le recuerda a uno de sus hijos que falleció a los 8 años. A pesar de eso, estará acompañada de su hijo Cristián (22), que está en busca de trabajo para poder aliviar los gastos y anteponerse a la incertidumbre que el cierre del mercado.
"Él nos ayudaba y ahora se quedó cesante, entonces también está afectado con todo esto; por eso está buscando trabajo para poder 'apechugar'", cuenta.
Una decisión más drástica tomó Ana Carrasco. Este día lo pasará en Temuco junto a sus cuatro hijos, y luego buscará nuevos rumbos en esa ciudad para dejar atrás la entrega puerta a puerta de productos del mar y la cocinería La Mami del pueblito Melipulli, donde trabajó los últimos años.
Fueron los tres mayores los que hicieron que Olga tomara esta decisión, porque le ayudarán a instalar un negocio que le permita subsistir y costear los tres meses de ingeniería comercial que le quedan a Claudia, la menor de la familia.
"Ellos estaban muy chiquititos cuando yo quedé sola, pero el reparto de puerta a puerta me sirvió para darles lo que necesitaban. En eso he pasado toda mi vida", cuenta, al mismo tiempo que intenta captar clientes para la cocinería de la probablemente se despedirá en estos días.
En Piedra Azul, las recolectoras de alga y mariscos son en su mayoría mujeres. Así lo asegura Jéssica Yagode, una de esas tantas madres que espera por soluciones y que está de brazos cruzados. En el lugar, el escenario es crítico y aunque cuenta con dinero que juntó en la temporada estival, además del apoyo de su marido, él tiene trabajos de forma esporádica, algo bastante complicado para una familia que tiene dos hijos de 3 y 8 años.
"Ojalá salga humo blanco, para que por lo menos en algo se aminore lo que está pasando y es de esperar que no dure tanto, porque si no en el verano no vamos a tener qué hacer", sostiene con preocupación mientras cuida a Felipe y Joaquín, quienes tampoco han podido ir a la escuela por el cierre que han tenido debido al mismo conflicto, otro de los tantos inconvenientes que se presenta en un sector que ansía respuestas y ayuda.