El Día de la Madre -hoy 8 de mayo- es la mejor oportunidad para valorar -con la mayor gratitud y cariño- a todas las madres de este planeta y en particular a las de la Región de Los Lagos.
Desde ellas llegamos a la vida, dependemos de su amor y cuidados en la niñez y juventud, y en la adultez nos alimentamos de sus consejos e infinito apoyo moral, para que no nos apartemos del buen camino, formando nuevas familias ejemplares.
En el atribulado mundo de hoy, ensombrecido por el egoísmo, la mentira, la corrupción y la pobreza, la madre siempre está. Enhiesta, fuerte de espíritu, generosa y valiente. Ama de casa, ejecutiva, profesional, en pobreza o riqueza, joven o anciana, ella será siempre el corazón latente y vital de la familia, núcleo del conglomerado social.
Para quienes gozan del privilegio de tener físicamente a su lado a tan entrañablemente querido ser como es mamá y para aquellos que la han perdido, es de oportunidad homenajearlas en este día dedicado a ellas. Sobre todo, porque son el mejor símbolo viviente de lo más bueno, positivo y noble, que perdura como la gran reserva moral de una humanidad amenazada por la maldad y la violencia.
Conmovidos, ofrecemos nuestro tributo de admiración y amor a la madre en su día. A las que nos siguen acompañando con su infinita ternura. Y a las que partieron para siempre, dejándonos adolorida el alma, pero cuyo dulce recuerdo suele bastar para consolarnos. Por eso, es bueno ser siempre hijos leales y agradecidos de mamá. Nunca, entonces, dejemos de demostrarle el inmenso cariño y reconocimiento que le profesamos a través de cualquier gesto amoroso. Un modesto obsequio, una flor, un abrazo cordial o un simple beso en la mejilla, bastarán para que ella se sienta feliz, aunque ya lo es con sólo servir y amar a sus hijos. Hagámoslo. Y no sólo en su día especial, pues ellas, las madres, lo merecen cada día e instante de nuestras vidas, a las que se han consagrado para amarnos y protegernos.
"Ay mamá, ¿cómo pude vivir sin recordarte cada minuto mío? No es posible...". Como Pablo Neruda, en su poema La Mamadre, exclamamos también, madre nuestra, en tu día.