Leyes y leguleyadas
En biología y otras disciplinas hay un concepto que se conoce como capacidad de carga, el que en general describe la tolerancia que tiene un sistema para contener un número máximo de componentes de dicho sistema (individuos de una población, elementos o sustancias ajenas al sistema, etc), antes que el propio sistema presente síntomas de degradación de sus procesos vitales que bajo condiciones desfavorables pueda conducir incluso a su colapso total.
En nuestro país las únicas leyes que operan de manera efectiva son las leyes de la naturaleza. Ante ellas, las leguleyadas que se declaman en los salones del Parlamento o en los antejardines de la casa de Gobierno se desnudan y adquieren el verdadero sinsentido de quienes las emiten. Las leyes del mercado, por el contrario, representan entelequias humanas que se amañan y adecuan de acuerdo a los intereses de los grupos de poder que rigen los destinos de una nación cualquiera. Vivimos en un país donde las leyes del mercado han sido impuestas a sangre y fuego primero, y por razones de conveniencia de la elite política-económica después. Sin embargo, de vez en cuando la naturaleza y sus leyes inflexibles nos obligan a vernos al espejo. El reflejo de esa visión no nos gusta, pero insistimos en retocarla de alguna manera echando mano a esas leyes de mercado que solo a unos pocos interesan.
Hace poco más de un año, lluvias precordilleranas intensas demostraron a las autoridades locales de la Región de Atacama que sus Planes Reguladores necesitaban de una revisión en profundidad. Los mensajeros en aquella oportunidad fueron implacables: los ríos Salado y Copiapó no escucharon de apelaciones ni de leyes cortas ni de ajustes o parches a las normativas de ocupación de tierras. Esta vez, el mensajero es un evento de macroescala como lo es la oscilación de temperatura que ocurre de manera cíclica en el hemisferio sur del océano Pacífico, conocido como fenómeno del Niño y que desnuda una vez más nuestra severa incapacidad para lidiar con fenómenos distintos a los que imponen nuestras leyes de mercado.
Fenómenos que no se resuelven solamente con dineros puestos en presupuestos anuales o sobre mesas de negociaciones de distinta alcurnia. La sien de Chiloé está sangrando porque lamentablemente esta vez la bala se disparó en esta ruleta rusa en la que se ha transformado la gestión ambiental que desarrollamos desde hace más de 30 años. Una vez que pase esta crisis y nos olvidemos de la Marea Roja (la de verdad), la casta dominante volverá a hacer girar el tambor del revólver para reiniciar el juego.
Mi duda es saber cuál será la capacidad de carga del sistema humano que lo conformamos gente de a pie , que padece día a día las leyes de mercado y paradigmas espurios de crecimiento económico; antes de que asomen los primeros síntomas de degradación irreversible que nos alejen definitivamente de la Copia Feliz del Edén que alguna vez quisimos ser.
Marcelo Saavedra Pérez
Manito de gato a Gobernación
Bien es sabido el deteriorado estado en que se encuentra el edificio de la Gobernación, por lo que se hace urgente al menos una renovación de la pintura exterior para dar una mejor imagen en ese importante lugar de la ciudad.
Es de esperar que si algún día se concreta, que el color elegido sea hecho con cuidado y no repetir el poco atractivo rosado con verde, que más bien es propio de un edificio caribeño que de uno propio de la patagonia chilena. Ojalá se opte por colores sobrios, tal como por ejemplo el del teatro Diego Rivera o similares.
Es cosa de buscar en Internet una imagen de edificios en algún lugar de Europa y saldrán variadas y hermosas alternativas.
Colores muy fuertes tal vez sean atractivos y adecuados en lugares como los palafitos en Chiloé en donde sí lucen muy bien, pero no lo son en una gran ciudad, muy congestionada y que por lo tanto, necesita de un ambiente que evoque mas tranquilidad y serenidad, sin tener que caer necesariamente en lo aburrido.
Denis Iván Smith Brauning
Decisiones equivocadas
La solución de la crisis en Chiloé y la Región de Los Lagos avanzó a paso de tortuga. Sorprendentemente, durante la cuenta pública de la Presidenta Bachelet el 21 de mayo, no escuchamos nada respecto a soluciones concretas para este problema. Una de las razones por las que no se ha logrado un acuerdo sostenible en el tiempo, sería en palabras del ministro del Interior que "no somos una gobierno con billetera fácil".
Sin embargo, cuando se trata de los problemas financieros de TVN, no se escatima en gastos y sin demora se quiere inyectar más de US$100 millones en el canal estatal, que viene con pérdidas sostenidas durante los últimos 2 años. Sin duda existe consenso en que el dinero de todos nlos chilenos no debe ser gastado en asuntos superfluos, cuando tenemos enormes desafíos pendientes, como por ejemplo la crisis social en Chiloé.
Luis Baeza