Luis Toledo Mora
Los dedos y los labios grasosos eran parte de un verdadero rito de recreo escolar. El aroma a papa, aceite y chicharrones era todo un clásico en las afueras del kiosco ubicado en el patio techado del emblemático Liceo de Hombres Manuel Montt.
Por varias décadas, una hallulla con un milcao en su interior era el "desayuno de campeones" de los estudiantes del plantel de calle Guillermo Gallardo. Un producto tradicional que hoy está amenazado, al menos dentro de la escuela.
"En 1978 se inició la venta del pan con milcao. La idea era entregar una especie de colación potente, para empezar la mañana y con un producto típico de la zona; eran muy buenos tiempos. A mediados de la década del 2000, se dejó de vender, dijeron que los niños engordaban mucho", recuerda con nostalgia Pedro Sandoval (padre del actual concejal), quien era el encargado de la logística de ese importante punto de encuentro estudiantil.
Cada día, se comercializaban 200 panes con milcao en el establecimiento, iniciando una tradición que es recordada por varias generaciones y a la que pertenecieron conocidos ciudadanos puertomontinos como el gobernador Juan Carlos Gallardo, el alcalde Gervoy Paredes, el mismo concejal Pedro Sandoval, el ex seremi de Gobierno, Mauricio Aroca, entre otros.
El fin de semana recién pasado, con la celebración del Día del Patrimonio, museos, buques, tribunales, iglesias y una serie de espacios públicos fueron abiertos para reforzar nuestra identidad. Pero, más allá de estos lugares, también hay un patrimonio (de carácter inmaterial) en nuestras costumbres culinarias, de la cual forma parte esta tortilla preparada a base de papa rallada cruda, papa cocida y manteca.
"Los alimentos que consumimos y la forma en que los preparamos, son parte de nuestra cultura, hay recetas que se transmiten de generación en generación, conformando un legado que traspasa los hogares y que es parte de una comunidad. Eso es lo que se rescata en las investigaciones gastronómicas", explica el chef Víctor Arredondo, docente de la carrera de Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena de Santo Tomás Puerto Montt.
Pero el milcao no era exclusivo del Liceo de Hombres. El kiosco ubicado bajo el salón de actos del Colegio San Francisco Javier también vendió la preparación. "Mil veces compré milcaos en ese kiosco; sin duda, es una preparación típica de nuestra zona, pero que es la principal piedra de tope para quienes alguna vez hemos intentado bajar de peso", cuenta el diputado Fidel Espinoza, ex alumno del plantel jesuita.
Origen mestizo
Marcelo Torres, investigador culinario y propietario del restaurante Pazos Nuevos de Pelluco, indica que el milcao es una preparación que refleja la cultura mestiza de Chiloé, cuya influencia -asegura- se extiende hasta las riberas del río Maullín y el seno del Reloncaví.
"Es una preparación que es el pan de Chiloé. Nace de la mezcla de las cultura de los conquistadores españoles llegados de Galicia y el país Vasco, que eran muy buenos para preparar masas, y el aporte de los pueblos originarios navegantes que aportaron con la papa, la que está presente en la zona desde hace más de 14 mil años, como lo evidencia el sitio de Monte Verde", dijo.
Torres precisó que el milcao no sólo se prepara frito, sino que también puede ser al horno, al vapor (como en el curanto) e incluso al rescoldo. "En la comunidad de Huayún, en la costa de Calbuco, se han encontrado preparaciones de milcaos a la brasas", contó.
Pero la tradición y la salud esta vez van en colisión. Y es que el próximo mes, con la entrada en vigencia de la Ley de Etiquetado de los Alimentos, los milcaos ya no se podrán vender en los colegios. La decisión del Liceo Manuel Montt, adoptada hace una década, parece haber sido premonitoria.
La ley
La jefa del Departamento de Salud de Poblaciones de la Seremi de Salud, Cecilia Guzmán, destacó que se trata de una ley que busca contribuir a garantizar el derecho de nuestros niños a acceder a una alimentación que proteja su salud. Para ello, se han establecido ciertos criterios básicos a través de una Guía de Kioscos y Colaciones Saludables, que entrega a los productores lineamientos para la venta respecto a alimentos que no están envasados, pero que generalmente superan los límites de calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas, donde se incluyen productos como sopaipillas, completos, chaparritas y empanadas.
"Sabemos que los alimentos y las formas de alimentarse definen la pertenencia de las personas a un universo social determinado y simbólico, y es por ello que la implementación de esta ley tiene un fundamento muy claro: la prohibición de venta y publicidad de ciertos productos en ambientes escolares, pero no la prohibición al consumo", explicó la experta.
200 milcaos diarios dentro de una hallulla, se vendieron en el Liceo de Hombres Manuel Montt.
420 calorías en promedio tiene un milcao frito, según precisó la nutricionista Carmen Gloria Franco.