Correo
Agradece ayuda
Desde los primeros días del mes de mayo del presente, mi familia pasa por un momento muy difícil.
Mi hija Valentina, de 17 años, se encuentra en una delicada situación de salud probablemente producida luego de dar a luz en el Hospital de Ancud. Su diagnóstico médico es de Guillian Barré, interna en la unidad de Paciente crítico del Hospital de Castro.
A raíz de ésto, debo viajar a diario desde Ancud a Castro, desde hace ya más de un mes. Nuestra situación económica no soporta el afrontar todos los gastos que ello significa, por lo que pedí apoyo a la Empresa Transportes Cruz del Sur (Ancud), acogiendo mi petición de buena manera don Orlando Almonacid, en su calidad de gerente de dicha empresa, quien en unas horas reaccionó con un apoyo que agradezco públicamente, ya que en muchas ocasiones estos actos tan importantes para mitigar el dolor de una familia, creo deben hacerse públicos. Agradecida, pido a Dios bendiga a don Orlando, su familia y su empresa.
XIMENA HERRERA QUIDIANTE.
Abstención
La escasa participación en primarias muestra el rechazo de la ciudadanía a la gestión del universo político. El voto obligatorio no es solución. La solución es encantar a los votantes con candidatos eficaces, sin demagogias utópicas.
MARCOS CONCHA VALENCIA.
DC y Proceso Constituyente
Nuestra posición hoy frente al problema constitucional, se basa en la lucha que los demócratas cristianos hemos brindado por la profundización de la democracia a lo largo de nuestra historia.
En 1978, los DC concurrimos a crear el grupo de Estudios Constitucionales "de los 24", desde donde planteamos críticas al proyecto constitucional de la dictadura.
Eduardo Frei Montalva lideró el llamado a votar NO a la Constitución Política del Estado en el Plebiscito viciado de 1980, denunciando y criticando -con sólidos argumentos- el carácter espurio del plebiscito y el contenido autoritario del proyecto constitucional de la dictadura.
La Constitución que se aprobó en 1980 no sólo tiene problemas de legitimidad en su origen, también tiene problemas de contenido no menos importantes. Podemos destacar su articulado transitorio que rigió hasta 1989, en que se establecía un estado de excepción que otorgaba poder omnímodo al dictador, subsistiendo un escuálido y desequilibrado catálogo de derechos; un congreso anémico con un tercio de senadores designados; un rol garante impresentable de mandos militares inamovibles y la privación de ciudadanía a quienes propagaran doctrinas marxistas. A partir de 1983, con Gabriel Valdés a la cabeza, la DC condujo masivas jornadas de protestas pacíficas, denunciando el estado de excepción constitucional en el que se amparaba el dictador, para reprimir a los miles de chilenos que demandaban el término de la dictadura.
En 1985, la DC concurrió a la firma del Acuerdo Nacional que fue el resultado del llamado al diálogo efectuado por el Cardenal Fresno. Dicho acuerdo expresaba el consenso sobre una serie de principios que deberían ser la base del nuevo orden constitucional. Todos los que firmaron coincidieron, entre otras cosas, en la necesidad de acelerar el tránsito desde la Dictadura hacia un gobierno de elección democrática, lo que, dicho sea de paso, siempre contó con el rechazo de Pinochet y la UDI. Con la derrota de Pinochet en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988, se inició una serie de reformas a la Constitución de 1980 (36 en los últimos 25 años), que a pesar del esfuerzo de quienes las impulsaron, no fue suficiente para producir una legitimación social plena y definitiva del texto constitucional.
El año 2007, en el contexto del V Congreso Ideológico, la Democracia Cristiana estableció necesario profundizar aún más los cambios a la Constitución, porque ésta sigue expresando un alto grado de desconfianza en la ciudadanía, en cuanto dueña de poder decidir sobre su propio destino. Lo que se sigue expresando hasta hoy en una institucionalidad política anémica, con un parlamento débil, partidos políticos sospechosos, leyes supra mayoritarias que le conceden poder de veto a los perdedores (desequilibrio constitucional) y una participación ciudadana inexistente.
Los problemas de desafección son graves. La distancia del ciudadano con su norma fundamental es abismante. Necesitamos más y mejor democracia y las reglas de la actual Constitución no consiguen dar el ancho. Es por ello que necesitamos una nueva Constitución, nacida en democracia como expresión de la voluntad popular. Cambio necesario para consolidar un país más libre, más justo y que nos encamine hacia un destino mejor. ¡Ahora es cuando!
COZUT VÁSQUEZ GONZÁLEZ. Presidente Distrital PDC.