No deja de inquietar o sorprender, que nuestra larguísima y angosta faja terrestre, a estas alturas de la modernidad y de los grandes adelantos tecnológicos, -mientras en otras naciones se incrementan los más sofisticados y veloces trenes- Chile continúe careciendo del esencial servicio ferroviario como puente de unión entre la capital del país y la zona sur austral, con Puerto Montt como sus estación más extrema. Un enorme recurso desarrollista, que se perdió hace varios lustros por desgaste de equipos y administración, como igualmente por falta de voluntad de resurgimiento y de visión futurista.
Desafortunadamente, las buenas intenciones del Centro para el Progreso de Puerto Montt, y su convicción de lucha por el rescate de ese vital medio de transporte terrestre, que con el paso de los años se hace más indispensable, se han ido diluyendo. No por falta de entusiasmo, sino que por inesperadas situaciones ocurridas y justamente cuando se iban a dar pasos más concretos por la reactivación ferroviaria. Como es el caso del fenómeno de las algas que contaminaron en la zona los productos del mar, el que afectó a la industria del salmón y los efectos colaterales de cesantía y crisis económica, que por largos meses ha estado remeciendo a nuestra región. Lógicamente, toda la atención ha estado puesta en resolver tan prioritarias emergencias, a las que habían antecedido catástrofes como la erupción del volcán Calbuco.
De manera que la tenaz y perseverante campaña pro tren del CPP -que hace algunos años tuvo el respaldo firmado de más de 40 mil adherentes-, y que incluso en un momento contó con apoyo en el Parlamento, se ha visto forzosamente detenida y a la espera de oportunidades más propicias.
Entretanto, se ha anunciado desde Santiago la puesta en servicio de un tren especial Santiago-Temuco y cada cierto tiempo, por estos lares, se habla del imperativo de activar la marcha de un ferrocarril de cercanía, que cubriese las necesidades de transporte entre Osorno y Puerto Montt.
Lo concreto es que, con estas iniciativas, no se hace más que reconocer la enorme importancia que sigue teniendo el ferrocarril y que más temprano que tarde volverá a estos confines en gloria y majestad.