"Chile, el mejor destino de turismo de aventura del mundo". Es el galardón global, -una suerte de Óscar en el rubro- que acaba de conquistar nuestro país, que ha sido conferido por la World Travel Awards (WTA), creada en 1993 para reconocer, premiar y celebrar la excelencia de la industria turística del orbe. Oportunidad, esta, en la que Chile compitió con potencias mundiales en la materia, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Lo que hace todavía más relevante tan singular logro.
Este importante galardón internacional no hace más que reconocer las maravillosas riquezas naturales chilenas, a lo largo y ancho del territorio, reflejadas en sus impresionantemente variados paisajes, tanto desérticos, marítimos, fluviales y lacustres, como de cordillera y volcanes únicos, y su enorme variedad de vida silvestre en cuanto a flora y fauna. Con muchas áreas protegidas y otras especialmente acondicionadas para las prácticas de la aventura en el más pleno contacto con una prístina y sorprendente naturaleza. Además de ese complemento vital que son las comunidades lugareñas, que con su reconocida hospitalidad respaldan de manera determinante la calidad turística chilena, confirmada por este premio que hoy tanto nos enorgullece, junto con refrendar la trascendencia de la industria sin chimeneas como una gran e indispensable palanca de desarrollo económico y social.
Desde Puerto Montt y la Región de Los Lagos, -donde se genera, acaso, el más importante atractivo paisajístico del turismo nacional-, la satisfacción por el "Óscar del Turismo" para Chile caló muy hondo. Sobre todo, por la relevancia de su aporte a esos avances y proyecciones del país en su conjunto.
Esto significa que no hay que temer ni dudar a la hora de decidir inversiones en aras del progreso local y regional. Porque está más que claro que el área del turismo es la ideal para consolidar la marcha desarrollista a paso firme y seguro. Mejor conectividad y acceso a los recursos culturales y turísticos, como Monte Verde y la isla Tenglo, aún no valorizados en su real dimensión; optimización de los grandes patrimonios, como Angelmó, y todo lo que se relaciona con el sello marítimo local; sin olvidar más áreas verdes y preservación medioambiental.