Todo lo que se haga -en cuanto a inversiones y adelantos- por fortalecer y optimizar el sello de distinción marítimo de Puerto Montt, como portal de inicio e ingreso a la Patagonia, es no solamente bienvenido, sino que es merecedor del mayor respaldo posible de todos quienes habitan en la capital regional.
Entre los actuales avances emprendidos en ese aspecto, sobresalen las obras de ornato y equipamiento que se están erigiendo -con gran sentido estético y autenticidad localista- en los altos del Barrio Puerto. Se trata de una inspirada habilitación de los miradores en los cerros Chiloé y Miramar, en el marco del programa Quiero mi Barrio, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, con apoyo municipal, que está asignando recursos para el embellecimiento de los diversos sectores urbanos de la ciudad puerto. Entre ellos, por cierto y con mayor razón, los vinculados a la identidad marítima e histórica de Puerto Montt, de enorme valor patrimonial y turístico.
Y lo más importante es que todos estos empeños progresistas constituyen un respaldo vital a la consistente presentación, recientemente efectuada ante el Consejo de Monumentos, de la solicitud puertomontina de que el Barrio Puerto sea declarado Zona Típica. Una antiguo anhelo de los vecinos portuarios, que hoy acogen con satisfacción y esperanza la posibilidad de que esta aspiración sea ojalá una pronta realidad.
Adquiriendo ese rango turístico, se asegurarán, sobre todo, aquellos fondos que son tan indispensables para la mantención y conservación de este núcleo patrimonial. En especial, en lo que concierne al resguardo de la fisonomía original de sus vetustas casonas coloniales, ya sea de estilo arquitectónico germano o chilote, entre otros sellos del pretérito.
Se ha anunciado la habilitación de un faro y un monolito en una de las señaladas colinas y sus miradores. Es de esperar que se refiera al desaparecido Monumento al Hombre de Mar, en homenaje al capitán mercante Luis Alcázar Haro, que hace varios lustros adornó el frontis de acceso al puerto.