Si hay algo que debemos entender y asimilar, es que nunca podrá haber desarrollo integral de los pueblos, una vida feliz, mientras no se erradiquen definitivamente lacras desigualitarias e inhumanas como los humillantes campamentos de pobreza, emplazados y arrinconados en las periferias urbanas. Algo incivilizado e inaceptable.
La directora regional de TECHO-Chile, Región de Los Lagos, Giovanna Moreira, muy cercana a esa triste realidad por la batalla que da su entidad para superar semejantes inequidades, ha enfatizado que dichos campamentos están entre los problemas más graves de nuestra región, la cuarta con más aumento de familias en ellos en Chile. Donde existen más 2 mil 500 familias sobreviviendo con sus derechos vulnerados y en las mínimas condiciones de subsistencia. No puede haber otros calificativo para un submundo de hacinamiento, donde -a las carencias habitacionales- se añaden las de electricidad, agua potable, alcantarillado, junto al incierto pasar con muy bajos recursos, mientras los frágiles niños de aquellas sufridas familias van creciendo sin sonrisas en ese ambiente gris, angustiante y sobrecogedor.
Es imposible que nos resbale por la piel del alma tan increíble y cruda realidad, sin que siquiera se nos anude un poco la garganta o se nos escape alguna lágrima. Sin embargo, no basta con ese estremecimiento y tristeza. Hay que reaccionar. Hay que hacer algo concreto por esos sufridos compatriotas. Aunque sea yendo, de vez en cuando, donde ellos con alguna pequeña ayudita. Pero, sobre todo, siguiendo el ejemplo de Giovanna Moreira, de TECHO-Chile, y su llamado a acudir -en esta etapa preeleccionaria- a los candidatos y precandidatos de los distintos partidos, para que vayan asimilando esta prioritaria urgencia social y armando la propuesta requerida que, desde una política pública voluntariosa y decidida, pueda ser la definitiva solución a la inhumanidad de los campamentos. La más cruel vergüenza de un Siglo XXI, que prepara viajes a otros planetas, pero que no es capaz siquiera de poner bajo un techo digno a quienes lo claman.