¿Conocen Chile nuestros profesores?
H oy son 230 mil los profesores activos en todo el país. Cada uno de ellos busca, día a día, cumplir con el mandato que les hiciera Gabriela Mistral. La Nobel repitió por urbi et orbi (y quizás, si aún estuviera con nosotros, seguiría en la misma campaña y con más majadería aún) que la tarea del verdadero maestro era "llevar el ancho y ajeno mundo a la pequeña y a veces polvorienta sala de clases". Ese es el enorme desafío de los profesores que hacen clases a los estudiantes del siglo XXI. Es cada día más justo y necesario convocar a nuestros docentes a ser profesionales más proactivos, conocedores y amantes de Chile. Y, por cierto, traspasar ese asombro y cariño entrañable por el terruño y los que lo habitan a sus estudiantes. ¿Acaso ello no es, por esencia, educación cívica?
En 2007 Fundación Futuro creó el Programa Pasantías Culturales. Su fin no es otro que facilitar a los profesores de Chile conocer Chile. Y no se trata de un trabalenguas ni mucho menos. Tampoco tiene que ver con sólo sacarse la selfie frente a la portada de Antofagasta o en la mina el Chiflón del Diablo, en Lota, o en el Faro de La Serena. Es mucho más que eso. Nuestro objetivo es que aquellos que enseñan aprendan in situ cómo hacer entrar a la sala de clases sureña la sensación térmica del desierto o impregnar la cosmovisión de los alumnos del Norte Grande con las gélidas y osadas aventuras de los mariscadores de Aysén.
Ya van 1.534 profesores de todo Chile que han participado de nuestras Pasantías Culturales. Junto a ellos -entre risas y diálogos alentadores- hemos caminado entremedio de la Pampa del Tamarugal, el Campamento Sewell y el Parque Tantauco. También navegamos hasta la isla Magdalena de Punta Arenas y la bella isla Mancera en las costas valdivianas. Asimismo, con ojo de águila, rastreamos la Plaza Colón de Antofagasta, con la inminente presencia de los colonos croatas, y la de Aníbal Pinto de Temuco, que deja ver la solidez del aporte mapuche a la construcción del Estado nacional.
En síntesis, buscamos usar como una herramienta pedagógica vital a los museos, cementerios, parques e industrias, así como a los tesoros humanos vivos repartidos a lo largo y ancho del territorio. Profesores, los invitamos a sumarse a la emergencia de conectar la sala de clases del Tercer Milenio con su fascinante mundo circundante. Solo así -al decir de Pablo Neruda- "la poesía no habrá cantado en vano".
Magdalena Piñera E.