Trabajos en la ruta
Las últimas dos semanas me ha tocado vivir una situación realmente incomprensible, que siento vulnera mis derechos como ciudadano y usuario de una ruta concesionada. Los trabajos de mejoramiento de la carpeta provocan atochamientos, lo que conlleva el aumento de los tiempos de viaje en más de 20 minutos en un tramo como el que realizo entre Frutillar y Puerto Montt.
Cuando uno cancela por un servicio, y este valor comprende la tarifa normal, el servicio mencionado debe dar cumplimiento a lo ofertado, y por consecuencia, la satisfacción contemplada por el mismo de parte del usuario.
Sin embargo, al preferir la ruta concesionada, sin existir un aviso previo, al usuario no se le permite optar por otras alternativa de circulación, o bien renunciar a un viaje programado, encontrándose con los trabajos en la vía, excepto por los avisos normales instalados 1.000 metros antes de las faenas.
Leyendo las letras a, b, d y e del Artículo 3° de la Ley N° 19.955, que Establece Normas Sobre Protección de los Derechos de los Consumidores, creo se vulneran abiertamente mis derechos y de todos los usuarios de la ruta, conscientes que tendrán una ruta en condiciones normales (dos pistas), y con velocidades mínimas y máximas definidas por ley, que permiten al usuario "programar" los horarios. No podemos definir esta situación como caso "fortuito o imponderable".
¿Qué explicación puede dar la Concesionaria, el Ministerio de Obras Públicas y el Servicio Nacional del Consumidor, referido a lo señalado?
Estoy convencido que los usuarios nos merecemos a lo menos una explicación.
FERNANDO RETAMAL AVILÉS.
Institucionalidad violada
El "alcaide" de Puerto Varas (del árabe al-caid, administrador de tropas, y custodio de castillos) ha perpetrado una aberración jurídica, al imponer un recurso de protección para evitar el descongelamiento de las zonas declaradas con postergación de permisos, de acuerdo a lo expresado por el art. 117 de la Ley General de Urbanismo y Construcción.
Este recurso fue aceptado por la Corte Regional, en abierta contradicción con la Ley y Ordenanza General, generando una incertidumbre y judicialización que se ha vuelto la tónica en el último tiempo.
Nadie niega que esta ciudad lacustre necesita un Plan Regulador que ordene un área urbana colapsada por el crecimiento inorgánico y no planificado, pero estos malabares judiciales solo terminarán por extender aún más la aplicación del anhelado Plan Regulador, colapsando aún más nuestra linda ciudad con vista a la caca.
Pero la culpa no la tiene solamente el jefe comunal, la gente que emigra a la ciudad de las flores, en busca de una mejor calidad de vida, las demonizadas empresas inmobiliarias, de los hoteleros que sacan cada vez mas cuentas alegres, sino principalmente del Ministerio de Vivienda que hace tiempo ha perdido su rumbo, dedicándose sólo a la construcción de soluciones habitacionales centrípetas y egóticas, y olvidando que el desarrollo económico social y cultural de la región se encuentra en un punto bisagra, en que la planificación territorial es gravitante en el futuro desarrollo armónico de la Conurbación Puerto Montt-Frutillar que se nos acerca a pasos agigantados.
No es posible que el Plan Intercomunal, que agrupa las localidades desde Frutillar a Panitao, incluyendo la cuenca del Llanquihue, se encuentre en una etapa larvaria.
No es posible que los Planes Reguladores de Puerto Montt, Puerto Varas y Llanquihue, no dialoguen entre ellos, teniendo la capacidad técnica y la voluntad de hacerlo por parte de los equipos municipales.
No es posible que la planificación territorial no haga dialogar a los principales actores del desarrollo, creando una sana participación público-privada.
No es posible que el ministerio no golpee la mesa y deje atrás las incertezas jurídicas. Y ponga atajo a la execración de la normativa y legislación por mentes calenturientas.
No es posible que tener una autorización municipal o permiso ambiental no sea garantía de inversión segura.
Estos años son críticos en nuestro desarrollo regional, para regular nuestro ámbito de desarrollo territorial y no caer en las esquizofrenias de urbes sobrepasadas, como por ejemplo Con Con, o los Guettos Verticales...
Cuidemos nuestra institucionalidad a raja tabla, para que nuestro desarrollo sea armónico y sustentable, respetuoso y empático con nuestro paisaje; para que nuestra preciosa región esquina con vista al mar, salpicada de las húmedas pupilas de la ñuke mapu, que siempre nos avizoran, la cuidemos para que nuestra madre tierra se sienta plenamente orgullosa de su simiente.
JOSÉ FRANCISCO TRONCOSO ROBLES. Arquitecto Universidad de Chile. ICA 5176.