Distensión EE.UU.-China y efectos inesperados en Chile
La estrategia de presión de Donald Trump pareciera estar consiguiendo su objetivo. Sin embargo, los resultados podrían no ser los que algunos esperaban. El mensaje de conciliación y distensión de Donald Trump de este pasado domingo vía Twitter, reconociendo el daño económico y principalmente laboral que había causado en China, la sanción al gigante de las telecomunicaciones de este país (ZTE), parece no haber sido gratuito.
Desde las negociaciones confidenciales que se desarrollan entre representantes comerciales de ambos países se ha filtrado que China, en compensación al gesto del gobierno estadounidense y en áras de la busqueda de una solución al conficto comercial actual, estaría abierta a eliminar los aranceles a los productos agroalimentarios de EE.UU, segundo mayor destino de estas exportaciones. El sólo trascendido de esta noticia aumentó en pocas horas el valor futuro de envíos tan relevantes para EE.UU. como la soya.
En la actualidad, los productos agroalimentarios estadounidenses tienen un gravamen que va entre un 7% a un 30% (más el 15% que les fue impuesto en el mes de abril, en medio de la vorágine de anuncios), lo que beneficiaría a mercados suplementarios de estos productos, como Chile, que cuenta con un Acuerdo de Libre Comercio vigente desde 2006 con China que le permite el ingreso al país asiático de un 97% de bienes a arancel cero, siendo el principal destino de la exportaciones nacionales. De ahí la importancia que tendría el gesto de Xi Jinping y la reconfiguración de la relación comercial entre EE.UU. y China, afectando directamente a algunos los productores chilenos que comercializan con este último y que, sólo por citar un ejemplo, significó en 2017 envíos por cerca de US$ 778 millones en fruta (27% menos respecto del año 2016).
Pero un sector que se vería especialmente golpeado sería el vitivinícola. En la actualidad, China es uno de sus principales destinos, con envíos por cerca US$ 256 millones, y es el tercer actor en el mercado chino, gracias a las preferencias arancelarias, donde Australia y Nueva Zelanda, son sus más cercanos competidores. El vino norteamericano hoy paga una tasa de importación de más de un 30%, por lo que una reducción significativa de ésta, implicaría el ingreso sólido de un nuevo actor en el demandante mercado del vino en China.
Hasta ahora, los efectos de esta guerra comercial son marginales y las consecuencias han sido limitadas. En esta marco, teniendo en mente los ultimos anuncios y acontecimientos, se abren las puertas a una reestructuración de las relaciones comerciales, en las que Chile debe hacer uso de todos aquellos instrumentos de política comercial. Las instituciones promotoras de exportaciones e imagen país deben asumir un mayor protagonismo y trabajo público-privado, para mantener la posición e imagen de nuestros productos en el mundo asiático, pero sobre todo para diversificar las exportaciones y los mercados de destino. Esto, por ejemplo, monitoreando los productos sobre los cuales poder redireccionar la oferta a través del acceso privilegiado de nuestra red de 26 acuerdos comerciales con 64 países.
Chile siempre estará sujeto directa o indirectamente a los vaivenes y acontecimientos que en materia comercial que se susciten. Así, una buena noticia como puede ser la distensión de la incipiente guerra comercial entre las dos principales economías del mundo puede también traer como consecuencia algunas inesperadas definiciones político-comerciales, que incluso pueden llegar a ser perjudiciales para un país respetuoso de los tratados y abierto al mundo como el nuestro.
Rodolfi Vilches