Cuando se presentan sorprendentes bonanzas climáticas, con días de bruñido sol como el de ayer en Puerto Montt, cuya azulada bahía emerge esplendorosa, surge el recuerdo de afamados personajes relacionados con ese quieto mar.
Es el caso del nunca olvidado capitán Luis Alcázar Haro, de reconocida trayectoria de muchos años en el difícil cabotaje y navegación por los archipiélagos australes. Él llevaba sobre sus hombros la fama de haber sido el mejor en el comando naviero. A quien bastaba un leve indicio, que sólo su instinto era capaz de percibir, para tomar las decisiones más sabias, prudentes y certeras mar adentro.
A él, Puerto Montt, sus autoridades y comunidad -en gratitud y reconocimiento por su gran aporte al transporte marítimo sur austral- le dedicaron el Monumento al Hombre de Mar en 1964, que fue creado por el afamado notable artista pintor porteño Manuel Maldonado Barría (Manoly) y que consistía en una plazoleta, que en medio lucía un pequeño faro, que se iluminaba por las noches; una fuente de agua; jardines y un monolito de piedra con una placa que recordaba aquel sentido homenaje al ilustre, competente e intrépido marino.
Sin embargo, años más tarde, en 1985, por obra y gracia de la inconciencia humana, esa bella alegoría de homenaje a nuestros hombres de mar -encarnado en Luis Alcázar- desapareció silenciosamente del lugar en que destacaba, frente al recinto portuario, en la confluencia de las calles Chorrillos con la avenida Angelmó. No hubo explicaciones y cada cual debió sacar sus propias conclusiones.
Lo cierto es que son muchos los que recuerdan al Monumento al Hombre de Mar y que piden su rescate y reposición. Casi todos los años hay reacciones y las mejores intenciones de reconstruirlo. Se han convocado a mesas de trabajo municipal, con instituciones ligadas al mar, de la pesca y la Marina Mercante, así como del Centro de Hijos y Amigos de Chiloé. Pero, pasan los años y no hay resultados. ¿Acaso naufragar en el mar de la desidia sea como irse a pique? Escuchen el SOS de esos patrimonios.