El reciente anuncio de un aporte de 3 millones de pesos, de subvención municipal, para mejorar las instalaciones de preparación en remo del Club Viento y Marea, es una bien intencionada iniciativa que reconocemos; pero, que lamentablemente, no es la solución definitiva que tanto necesita y clama, desde hace muchos años, la boga puertomontina y sus cultores.
En el último lustro, ha habido unas cuantas reuniones de la directiva de esta pujante institución remera porteña con las autoridades municipales y del mismo Instituto Nacional del Deportes (IND). Donde se ha enfocado el tema, recalcándose que la máxima aspiración de esta disciplina marina local, sigue siendo la añorada y soñada Casa de Botes. La misma que debió ser demolida, después del terremoto de 1960, por motivos de remodelación de la zona de Angelmó. Tiempo desde el cual nunca más se recuperó el recinto y su equipamiento, en medio de la desazón y desesperanza de los sufridos, pacientes y tenaces cultores de la boga porteña. Los cuales, pese a todo, no han dejado de practicar y competir, supliendo con garra y corazón esa pobreza de infraestructura inmerecida.
Pues bien, en los señalados encuentros se han confirmado los mejores propósitos, se ha conocido a fondo este imperativo del deporte de la boga en Puerto Montt y de lo ideal que sería potenciarlo con proyección masiva dada su calidad marítima. Sin embargo, el proyecto del reducto base no avanza, salvo el esfuerzo propio de Viento y Marea, que incluso está aportando con el anteproyecto de diseño de arquitectura de la casa de botes. Mientras que el municipio ha comprometido respaldo financiero y la gestión de recursos sectoriales para materializar esta antigua aspiración. Todo esto se plasmaba en los planes acordados en una reunión de las partes celebrada el 22 de agosto de 2016.
Pues bien, dos años después, nos encontramos con pequeños "parches económicos" para la causa, lejanos de la solución definitiva para dignificar y desarrollar el remo con una Casa de Botes modelo.