Al enterarnos que muchos vecinos de las poblaciones altas de Puerto Montt, manifiestan sus quejas por la existencia de arbustos y de chacay en las cercanías de sus viviendas y otros sectores aledaños, que revisten serio riesgo de incendios, vinculados a los forestales, para ellos y sus inmuebles, la obvia interrogante se refiere a por qué esta situación no se abordó antes de la llegada del período de verano. Sino que se dejó para última hora, ya entrada la etapa estival, cuando la amenaza está cada vez más latente.
En todo caso, vale la pena un último esfuerzo para eliminar los matorrales de las áreas poblacionales más amagadas y expuestas de nuestra ciudad. Como es el caso de la invasión del espinillo desde Valle Volcanes hasta Pelluco Alto, como lo han denunciado dirigentes vecinales. Y así anular este arbusto de alta combustión, que facilita la propagación de las llamas e incrementa estas tragedias y sus secuelas de incalculables pérdidas económicas regionales.
Estos descuidos y negligencias han permitido, afortunadamente, conocer, o recordar, la labor preventiva que ha venido ejecutando-sobre el tema- el municipio en el último lustro. Una tarea que consiste en la habilitación de cortafuegos perimetrales en los sectores habitados más vulnerables a esta clase de siniestros. Según fuentes municipales- se han construido unos diez kilómetros de cortafuegos, en los pasados cinco años, entre otros, en las zonas de Alerce, Chin-Chín Grande y Lagunitas.
Pervive en la memoria, la "crisis del humo" que, en 2015, obligó en Puerto Montt a la suspensión de las clases y que fue motivo de lamentables accidentes de tránsito.
Por eso mismo, para no reeditar pasadas emergencias, que causaron tantas molestias y perjuicios en Puerto Montt, ya es tiempo de tomar -ahora- la determinación de acabar -en lo que resta del año- con el chacay de todos los sectores de la ciudad. Y ojalá en alianza con aquellos emprendedores que se dedican a la producción de briquetas para calefacción a base de esa temida maleza.