Premiada película chilena "Tarde para morir joven" llega a la cartelera
CINE. La nueva película de Dominga Sotomayor aborda los amores y miedos de dos adolescentes.
Este jueves 25 debuta en las salas nacionales "Tarde para morir joven", el más reciente filme de la cineasta chilena Dominga Sotomayor, con el cual obtuvo el premio a la mejor dirección en el festival suizo de Locarno, galardón que recae por primera vez en una mujer. Este galardón reconoció a un chileno en 1969, Raúl Ruiz, con "Tres tristes tigres".
Esta vez, Sotomayor vuelve a la pantalla grande con la historia de Sofía y Lucas, ambos de 16 años, junto a Clara, de diez. Es 1990 y acaba de llegar la democracia y ellos viven sin agua, electricidad ni teléfono en la Comunidad Ecológica de Peñalolén, en la periferia de la Región Metropolitana. Allí, los primeros amores y miedos, así como una mirada al mundo de sus padres es lo que permea esta película grabada delicadamente, cuya mirada posee el filtro de la nostalgia de un mundo que ya se fue.
Todo transcurre en un día de esas tres vidas: la víspera de la gran fiesta de Año Nuevo que preparan, donde desfilan múltiples personajes que entran y salen del lente de la también directora de "De jueves a domingo", quien vivió en ese sector de Peñalolén entre los cinco y los 20 años.
Ella recuerda que el 1 de enero de 1990 hubo un incendio después de los festejos y ese fue el punto de partida para esta exploración: "Mis papás se habían ido a vivir allá con un grupo de no más de diez familias, en mitad de la naturaleza y un poco alejados de la ciudad. Hace un tiempo encontré unas cintas VHS con grabaciones de ese día. Se ve gente tratando de apagar el fuego, llamas fuera de control y árboles quemándose, todo rodeado de humo. Esas imágenes borrosas, con la calidad desgastada, me impactaron por la vulnerabilidad de ese mundo que parecía tan idílico, y lo absurdo de esas pocas personas creyendo que podían apagar el fuego".
- ¿Cuáles fueron los principales desafíos?
Quería que a través de la mirada de los jóvenes accediéramos al mundo de la comunidad. Intenté hacer un retrato colectivo, capturar un estado mental, explorar una estructura orgánica, abierta y dispersa, como la vida. Es una película con digresiones e intermitencias. Y, aunque la atención está puesta en unos pocos, hay una mirada sobre todos a la vez, me importaba el grupo antes que las individualidades. (Asimismo, la cinta) tiene una estructura poco convencional, siento que fue como una gran coreografía, parecida a la naturaleza y la indefinición de ese lugar, quizás también parecida a cómo recordamos las cosas.
La realizadora agregó que lo primero que le interesó fue la fragilidad del formato digital deteriorado que encontró, ese incendio grabado en baja definición con el cual hizo una instalación audiovisual intervenida. Luego empezó a escribir el guión bajo el dictado de sus recuerdos y algunas fotos de la época y ya, en 2012, el material pasó por varios laboratorios y fue apoyado por instituciones como Sundance, HubertBals y Binger Film Lab, pero sin conseguir fondos chilenos. Finalmente, en 2016, los productores del éxito mundial "Llámame por tu nombre" se interesaron y Sotomayor pudo completar su trabajo.
- ¿Cuál es tu invitación para los espectadores?
A entregarse, a no esperar nada concreto, a estar nuevamente en un tiempo que ya no existe, de una desconexión que ya no parece posible. No es una historia convencional, es una experiencia sensorial, es una película que está hecha con cariño y que los puede hacer acordarse de cosas que se les han olvidado, de sus propias infancias.
"tapar la electricidad"
La dirección de arte de "Tarde para morir joven" estuvo a cargo de Estefanía Larraín, quien también creó las atmósferas de "Una mujer fantástica" y "Neruda". En cinco semanas "tuvimos que deconstruir cosas y casas que hoy son más modernas, tapar la electricidad, recrear un mundo que ya no existe a partir de fragmentos de ese sector", contó Sotomayor.
La fotografía fue responsabilidad de Inti Briones, donde con la realizadora "intentamos ser simples, como el mundo que estábamos retratando, casi no usamos luces, casi todo está filmado con luz natural, los límites entre interior y exterior no están claros, los humanos, la naturaleza, los animales, las cosas, todos tienen un mismo valor, no es una película sobre personas llegando a un lugar, sino un lugar habitado, un ecosistema".
Todo estos esfuerzos fueron para mostrar "la mirada desprejuiciada y directa de los jóvenes sobre las cosas, cuando aún no están moldeados, cuando todavía los miedos son profundos y sin límites", dice la cineasta.
Alejarse de los estereotipos
Los actores de "Tarde para morir joven" fueron escogidos sin "un casting tradicional", afirmó la directora, ya que quienes dan vida a la historia son "de orígenes muy diversos. Partimos buscando a niños y jóvenes sin experiencia en cine ni televisión. Jóvenes que fueran complejos, que se sintieran más viejos de lo que eran, con ciertas indefiniciones. Quería alejarme de los estereotipos de lo femenino y lo masculino, capturar más bien la juventud y sus emociones".