Animalistas llaman la atención por recientes casos de maltrato de perros
AMARRADOS. Canes han muerto tratando de saltar cercas. Agrupación Albergando un Amigo ha rescatado a otros en zonas rurales de Puerto Montt.
Hace unos días, en el sector alto de Puerto Montt, un perro de gran tamaño quedó colgando de una reja, porque quienes lo tenían, lo habían atado con una cadena a un pallet. El animal, intentando salir, falleció asfixiado por el collar.
En otro caso, los voluntarios de Albergando un Amigo rescataron en Huelmo, a dos perros que permanecían famélicos y atados con cadenas. Se les atribuía un ataque a gallinas, por lo que sus dueños se habían limitado a dejarlos amarrados y darles escasa comida y menos afecto.
¿Por qué una persona amarra a un perro, aunque la ley dice que tenerlos atados constituye maltrato? ¿Por qué se mantiene un animal en una casa, si la misma familia cree que no puede controlarlo?
"Hay un desconocimiento absoluto que implica tener un perro o un gato -afirma Alejandra Miranda, de la Fundación Albergando un Amigo- y, por lo tanto, ante comportamientos que pueden ser naturales, muchos reaccionan con histeria y violencia extrema, justificando su maltrato con argumentos tales como 'lo hago por su bien' o 'mi perro no tiene problemas en vivir atado', como si fuera normal que un ser vivo viva amarrado por siempre".
Antinatural
De acuerdo al médico veterinario y especialista en etología, Pablo Gómez, "los perros -al igual que cualquier especie- tienen requerimientos básicos de socialización, de alimentación, de trabajo. Es decir, una función dentro del sistema social, por lo que ningún ser vivo puede vivir amarrado, ya que eso es antinatural".
Para el experto, aparte de lo moral, hay razones propias de esta especie. El perro tiene requerimientos que tienen que ver con búsqueda de alimento, con socialización, con exploración, con entrenamiento y si bien, en su gran mayoría son carroñeros, también son cazadores, por lo que necesitan entrenar sus instintos. Al estar amarrado, se limita la posibilidad de cumplir con cualquiera de esas necesidades básicas. "En consecuencia, quien amarra a un perro, genera dos reacciones: o una resignación similar a la de un condenado a muerte, o una reacción violenta, en su intento por sobrevivir", especificó.
Impulsivamente
"Esto explica por qué hemos reducido al mínimo las jornadas de adopción -añade Alejandra Miranda-, pues creemos que tienen un doble mensaje que puede ser peligroso. A quienes son irresponsables y no esterilizan o abandonan, se les facilita el trabajo de conseguir hogar para los cachorros, ya que saben que los rescatistas intentarán salvarlos. A su vez, hay quienes adoptan impulsivamente y con la mejor de las intenciones, pero como no les podemos hacer seguimiento por 12 ó 15 años, existe el riesgo que ese perro termine o atado o encerrado en un patio tipo cárcel o vagando por el barrio o nuevamente abandonado. En estos casos, la bondad no basta para asegurar que sea una tenencia responsable".
Esa falta de conocimiento previo y la impulsividad al momento de adoptar son, tanto para el etólogo Pablo Gómez como para la representante de Albergando un Amigo, uno de los factores principales que explica el alto número de animales abandonados y las frecuentes denuncias por maltrato.
"Sin considerar los casos de maltratadores patológicos, el resto de las personas simplemente lo hace por ignorancia y porque es incapaz de empatizar con un animal -enfatiza Miranda- y eso demuestra que jamás debió tener perros", recalcó la profesional.