Las tradiciones no se rompen ni menos se erradican -de un día para otro- de donde han nacido, crecido y desarrollado. Sobre todo, si están relacionadas con las celebraciones de los aniversarios patrios, a través de los festejos populares de las Ramadas, cuyo escenario histórico de siempre ha sido y es la Avenida Costanera de Puerto Montt. De cara al mar que nos distingue, unidas autoridades y comunidad en torno al jolgorio esperanzado de un año más de próspera y soberana existencia de Chile.
Los fonderos puertomontinos no aceptan la iniciativa municipal, que esta vez proyecta organizar la Fiesta de la Chilenidad, en las fechas de rigor en septiembre próximo, en el recinto de La Paloma, incluyendo trasladar allí las ramadas porteñas. Menos, si ya tenían todo previsto y preparado, considerando los recursos humanos, para habilitar al menos ocho fondas en su habitual lugar costanero.
Aunque se sabe que la intención municipal es contribuir al embellecimiento de la Costanera, de acuerdo a la gran remodelación turística que viene para ella, y conforme a las inversiones que ya está concretando, el espacio para las ramadas amerita resguardarse sagradamente. Es parte inamovible de la tradición patriótica puertomontina y del pueblo genuino que es su esencia. Entonces, lo que sí se justificaría es la consolidación de una explanada, con pavimento, y las facilidades elementales, para que en los días de festejos patrios de cada año las fondas se instalen fácilmente y sin problema alguno. Sin perjudicar el ornato y orden del lugar, especialmente una vez finalizadas las celebraciones. Es decir, que sea una superficie funcional, como se estilan las cosas hoy.
Por cierto, que el área de La Paloma es un sector muy apreciado y que se ha transformado en un espacio cultural muy importante para Puerto Montt. Pero, -por su distante ubicación en la alta terraza- congenia mejor con actividades más reposadas y de menores apremios, como las fiestas costumbristas, por ejemplo, o la referidas a exposiciones y otros.
La tradición puertomontina, -con sus ramadas y festejos patrios junto al mar-, debe ser respetada.