Hizo bien la Municipalidad, -con la tradición histórica-, al facultar la instalación de las ramadas porteñas -para las próximas celebraciones patrias- en uno de los sectores de la avenida costanera de Puerto Montt, como ha sido siempre costumbre en los festejos de la chilenidad en nuestra capital regional y en las principales ciudades del país. Lo que, esta vez, estuvo en duda, ante la iniciativa municipal de trasladar al sector alto de La Paloma las actividades de conmemoración dieciochera; pero, finalmente, -luego de un diálogo constructivo y de buena voluntad con los fonderos-, prevaleció mantener en su lugar habitual a los ramadistas; como igualmente organizar otro centro de espectáculos patrióticos en el alto de la ciudad.
La trayectoria de la patria connota que las principales expresiones de alborozo y de homenaje a Chile, en su cumpleaños, siempre han sido los desfiles de sus Fuerzas Armadas y la celebración popular en las pintorescas ramadas. Dos importantes actos, que conforman un núcleo especial, porque se complementan y están cercanos, facilitando la movilidad de la concurrencia que se desplaza entre ambos acontecimientos, para festejar como corresponde el aniversario -en libertad y soberanía- de nuestro amado terruño. Separarlos sería un error, al complicar la conectividad y acceso a ambos tradicionales sucesos en el aniversario patrio.
Conviene, por tanto, consolidar un espacio adecuado en la costanera -ojalá no muy distante del Campo de Marte de los desfiles- para el funcionamiento de las ramadas. Provisto del equipamiento necesario, como buena iluminación, pavimento, instalaciones sanitarias, entre otros apoyos indispensables en concentraciones masivas. Que sea una explanada funcional, que tras la utilización de las fondas, sirva para desarrollar otras acciones sociales durante el año y en armonía con el renovado entorno costanero, que se proyecta y que ya está impulsando el municipio.
Hay buen ánimo y mejor voluntad. Afiancemos las tradiciones, para un digno y patriótico festejo.