Hasta hace una semana, Chile se estaba preparando intensamente para la realización de las cumbres de la APEC y la COP 25, que sin lugar a dudas significarían un gran salto en la imagen de nuestro país a nivel mundial.
Lamento profundamente la decisión de suspenderlas, pero siendo sinceros, hoy el clima de convulsión social reinante no hacía posible otro camino.
Nuestro país pierde, de esta forma, la oportunidad de contar con la presencia de los presidentes de las principales potencias del planeta, líderes de las economías más importantes para la economía global y para nuestras exportaciones.
Perdemos la especial gran oportunidad de liderar y ser parte de temas tan relevantes como la defensa del medio ambiente, de los ecosistemas y la sustentabilidad de nuestro planeta.
Las dos cumbres Cop25 y APEC -por sí solas- significaban un gran impulso para nuestra economía que hoy pierde mucho.
Pierden todos aquellos que esperaban estas instancias para prestar servicios.
Pierde nuestro país la excepcional oportunidad de generar confianzas en el exterior, debido a la acción de la delincuencia y de un puñado de incivilizados que busca generar el caos, la destrucción, la afectación de la economía y del empleo.
Pierden, además, los millones de chilenos que han salido a las calles de manera pacífica durante estas más de 2 semanas de movilización social, para exigir los cambios que tanta falta le hacen a nuestra sociedad nacional, para exigir la creación de un nuevo pacto social que busque eliminar las desigualdades imperantes y avanzar hacia una mayor equidad.
Espero que esta dura experiencia nos sirva como aprendizaje y este clima de polarización y violencia no continúe escalando, porque en nada ayuda a resolver los problemas de fondo.
Caer en la división es muy fácil, lo importante es que nos levantemos todos juntos, más fuertes que antes.
¿Cómo salimos de la crisis?
Gran pregunta de un profe amigo, considerando que nos enfrentamos a la mayor crisis social y política en 4 décadas. Antes de esbozar una respuesta, es necesario aclarar que no todos vemos la crisis desde la misma óptica, en su origen, ni jugamos el mismo rol en su desarrollo, ni mucho menos perseguimos los mismos objetivos como solución. En el origen, qué duda cabe que existen grandes problemas que resolver, pero no son nuevos, y fueron debatidos cuando Sebastián Piñera fue elegido Presidente con una de las más altas mayorías en nuestra historia democrática, y cuyo gobierno -pese a un sector de oposición intransigente- hacía una buena gestión, aumentaba el crecimiento, empleo e inversión. Hoy, con cientos de miles de personas que se manifiestan en forma pacífica, exigiendo mejores condiciones de vida, cambian las prioridades y urgencias, pero la solución solo es posible en una economía de mercado. Junto a ello, hay que resolver el problema de seguridad pública creado por un grupo pequeño, pero organizado, que busca agudizar conflictos e imponer, previa mascarada constituyente, un modelo autocrático, que, en elecciones libres no tiene respaldo. La diferencia de estrategias y objetivos se hace patente cuando parte de la oposición concurre a La Moneda, para dialogar y buscar soluciones, mientras el PC y un sector del Frente Amplio, y los gremios y movimientos que ambos controlan, se niegan a todo, confiados en que impondrán sus posturas por la violencia callejera.
Quienes votamos por el presidente Piñera, debemos sentirnos orgullosos de los logros del modelo económico en democracia. El mercado convirtió a Chile en uno de los países de mayor crecimiento, disminución de pobreza y desigualdad en el mundo, y es el único modelo que puede solucionar los problemas que la comunidad reclama. Hasta Pepe Mujica ha dicho que "el capitalismo es el único modelo que ayuda a crecer", y ello, es indispensable para solucionar los problemas sociales. Convicción muchachos, y "Oración de la Serenidad" para no ceder a la presión populista.
Cada uno desde su propia óptica e historia, ayudar al diálogo y acuerdos amplios con la oposición, gremios y sociedad civil democrática, para que vuelva a florecer nuestra capacidad de emprender en libertad.
Marcos Velásquez.
Alejandro Santana Tirachini.