Chile, en estas últimas cuatro semanas, ha podido experimentar el malestar y sufrimiento de toda nuestra sociedad; dolores que se han ido acumulando en la ciudadanía en las últimas décadas, por la desigualdad e inequidad presente en nuestro país.
Como Fundación Ronda, organización que lleva cinco años trabajando por promover y visibilizar la importancia del respeto de los derechos humanos de comunidades con barreras de acceso, principalmente de personas con discapacidad, sentimos mucho dolor al ver cómo esta crisis ha desencadenado múltiples hechos de violencia, que se han expresado de diferentes formas y desde todos los sectores. No nos referimos únicamente al saqueo de locales comerciales, o a los incendios de espacios patrimoniales, sino también a los casos de uso desmedido de la fuerza policial, a no ponernos en el lugar de los empresarios y emprendedores sociales, que independiente del tamaño de sus organizaciones, se han visto afectados, llegando muchos a no tener cómo pagar a sus trabajadores a fin de mes, como también tener que despedir a empleados y, por ende, que estos no puedan llevar el sustento a sus hogares. Otra forma de violencia de la que hemos sido testigos es la falta de tolerancia y respeto al escuchar la opinión del otro, lo que hoy está dividiendo a familias, amistades, grupos sociales o de trabajo, e incluso también la falta de empatía con el prójimo, que puede estar sintiendo en estos momentos miedo, angustia y/o inseguridad, viéndose afectados en forma individual, como familiar.
En Ronda estamos convencidos que, si bien es impostergable y urgente modificar nuestras leyes, normativas y dar paso hacia una nueva Constitución, temas para los cuales ya estamos trabajando, también creemos profundamente, que para que ocurra una real transformación en nuestra sociedad, requerimos crear un cambio cultural, sin individualismo. El camino es que forjemos valores como la empatía, la confianza, la colaboración, una auténtica generosidad y lo más importante, que veamos al otro sin categorizarlo, asignándole un mayor o menor valor por su apariencia física, su situación socioeconómica, el lugar donde vive, su nivel de estudios, entre otras; es decir, que nos miremos los unos a los otros y veamos lo que nos hace ser iguales, ser personas.
Bolivia sin Evo
Una suma de irregularidades llevó a Evo Morales a renunciar, y con él, a su Vicepresidente, y los presidentes del Senado y Cámara de Diputados. Bolivia ha quedado casi sin sucesión institucional, posibilitando que la segunda vicepresidenta del Senado, si lo aprueban, conduzca el país. Es de esperar que haya una nueva elección verdaderamente limpia y comprobable, con otro Tribunal Electoral, esta vez, imparcial. (Evo) Se saltó el plebiscito que impedía su reelección permanente. Suspendió por 23 horas el cómputo electoral, porque no obtenía el 10% de diferencia sobre su contendor, Carlos Mesa. Sorprendentemente, luego lo alcanza, si bien la empresa tecnológica encargada reconoce manipulación, más las denuncias de dos inspecciones de la OEA que terminó impugnándola. Un conjunto de elementos que evidenció el fraude electoral.
Aceptó las inspecciones, y accedió a una segunda vuelta, pero ya fue tarde. Los departamentos de Sucre, Cochabamba, Santa Cruz, Potosí y Beni se rebelaron y la policía se acuarteló. La Paz quedó dividida y confrontada con manifestaciones, algunas violentas. El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas "sugirió" que renunciara. No tenía cómo resistir, y lo hizo verbalmente acusando un golpe de Estado, y califica de "criminales" a sus opositores Mesa y Camacho, en una larga arenga conjunta con el Vicepresidente García Linera. Son los hechos resumidos. Las reacciones de los países bolivarianos no se han hecho esperar, como precedente indeseable. Tampoco otros afines como México y la dupla que asumirá en Argentina, que le ofrecieron refugio.
Son visiones contrapuestas que obedecen más a posturas ideológicas que a la secuencia de acontecimientos objetivos. Faltan todavía otros por resolverse, como si hace efectiva la renuncia formal ante el Parlamento y éste la acepta, o seguirá protegido por el gremio cocalero en algún lugar que todavía se desconoce, o si intentará armar algún tipo de resistencia civil, o conformar algún gobierno disidente, interno o en el exilio, si parte. Ya circula un comunicado urgente de la Red de Bolivianos en el exterior, negando el que hubiere un golpe de Estado, al no apropiarse del Gobierno las Fuerzas Armadas ni la policía, y buscar el reemplazo constitucional.
Samuel Fernández Illanes,académico de la
Facultad de Derecho de la Universidad Central