Escrutinio de la razón
En el transcurso de estos días de frenesí delirante, en pleno pandemónium de bandidaje, caos, violencia popular y represión policial, cabe interrogarse sobre el rol de nuestras autoridades locales y muy especialmente sobre las acciones u omisiones del municipio y su alcalde.
En tal sentido, resulta preocupante verificar la carencia de liderazgo y el extravío frecuente del Sr. Paredes, al parecer fascinado por lo cómodo y popular no sólo apoya las manifestaciones, sino, además, ha participado en ellas. Entonces: ¿Participa de las consecuencias de las mismas?
Resulta impropio endosarle responsabilidad directa en las consecuencias del orgiástico período de criminalidad que ha acompañado la movilización social, pero es irrefutable que el señor alcalde no ha exhibido el mismo ímpetu para condenar con idéntica fuerza el vandalismo y la destrucción del centro de nuestra ciudad.
Cabe entonces recordarle que su cargo representa no sólo a sus electores, también a quienes incluso pudieran desvalorar su gestión, que al sumarse como un político activo de la demanda ciudadana, irrespeta el mínimo de ecuanimidad que debería exigirse como autoridad elegida democráticamente; que el socialismo cloacal es tan lesivo como la mediocridad de los fachas soterrados; que nos merecemos más que el oportunismo y la figuración inmerecida de una dirigencia idiotizada; que las amenazas a la institucionalidad que reviste el caos impune nos pudieran llevar a fragmentaciones aún peores que las ya vivenciadas. Dicho lo anterior, humildemente, le invito a activar acciones concretas para facilitar soluciones de seguridad, desempeñar un rol laborioso en los diálogos y promoverlos; ciudadanizar la política y no utilizar su cargo para poses mediáticas irrelevantes; empatizar con aquellos quienes la dinámica de los hechos los ha sometido al oprobio de la pérdida de sus recursos de trabajo. En síntesis, le extiendo la invitación a Gobernar.
Al despido de la presente, frente a tanta impostación ideológica, cabe recordar que es menester de una comunidad democráticamente organizada, someter al escrutinio de la razón los comportamientos de sus autoridades y exigirles una conducta que opere soluciones y resguarde el patrimonio de todos. Que proponga y actúe considerando el bienestar y la libertad de sus miembros y anule entonces la inclinación al populismo, al desborde de la violencia y que funcione más allá del temor a marginarse del compás de la masa deliberante; en síntesis, que nos represente.
PATRICIO HAHN MENESES. Profesor.
Tribus y democracia
Nuevamente los desmanes y la violencia irrumpen en un escenario que parecía haberse calmado con el acuerdo de paz y nueva constitución. Pero más allá renombrar los hechos, propicio sería abordar las causas, y lo que parece estar operando en algunas dinámicas grupales es lo que el psicólogo Johantan Haidt acuñó como la política de identidad del enemigo común. Este tipo de comportamiento, habitual en las pandillas, promueve la búsqueda e identificación de un enemigo en común lo cual conlleva a la activación del comportamiento tribal y la agresiva anulación de la individualidad. Las motivaciones internas de estos grupos son la guerra permanente y la lucha encarnizada, no hay espacios para la moderación o el entendimiento, es por ello por lo que desprecian la democracia.
Si realmente queremos democracia y paz estables, las políticas públicas y la educación cívica deberían encaminarse a desactivar estos mecanismos de violencia grupal que, de manera peligrosa, quieren insertarse en nuestra cultura política.
EUGENIO GUERRERO. Investigador Fundación para el Progreso .
Ético
Debía entregar un documento en un Servicio Público, que no es de Salud, pero que deja "turnos éticos" cuando paraliza ilegalmente. Intenté ser atendido, pero no fue posible porque recibir documentos no está incluido en los turnos éticos. La ética respuesta fue que, para presentar el documento, "tenía plazo hasta el 31 de diciembre". Primera conclusión de esto es que los "turnos éticos" no sirven para nada, son sólo una forma de sentir menos culpa y presentar una cara menos odiosa ante la ciudadanía. A propósito de Abusos y Dignidad, ¿no es un grave Abuso paralizar ilegalmente y dejar a la gente sin servicio?
Otra conclusión (poco novedosa) es que los organismos públicos tienen exceso de funcionarios, sean parientes, apitutados u operadores políticos. Y si quieren hacer algo verdaderamente ético, reduzcan la dotación de personal a la de los turnos éticos.
JOSÉ HERNÁNDEZ VIDAL.
Necesitamos más
Hoy nuestro país, vive momentos nunca antes conocidos. Momentos que no sólo han traído daño y destrucción material, sino también daño y destrucción social. Es cierto que se reclaman derechos que fueron, son y seguirán siendo postergados para el común de los chilenos, pero también los ciudadanos comunes y corrientes debemos hacernos cargo de los gobernantes que elegimos. Somos nosotros los electores quienes hemos definido a que personaje disponer como presidente, senador, diputado, alcalde o concejal. Cuando marcamos en la papeleta de sufragio la preferencia por la cual votamos, he visto la más variada justificación de motivos de la elección de ese candidato; porque conocemos el planteamiento político y de trabajo del candidato, porque conocemos la tendencia política del mismo, porque me parece válido su discurso (convincente), porque es del partido con el cual simpatizo, porque es pariente de otro político, porque es conocido (por ejemplo: actor, cantante, etc), porque me cae bien. Es decir, encontramos una variedad de explicaciones que demuestran no tener una madurez cívica, lo que nos deriva inevitablemente en la calidad de gobernantes que tenemos.
Nuestro país no puede cumplir 16 años gobernado por dos presidentes, Chile no puede ser sólo Piñera o Bachelet; no podemos seguir gobernados por apellidos repetidos de estos casi 30 años de retorno a la democracia, o por incluso algunos que iniciaron su carrera política en el período anterior al régimen militar. Entre más de 17.500.000 chilenos no podemos confiar el destino de nuestro país a los políticos de siempre. Chile y los chilenos merecemos más.
FERNANDO RETAMAL AVILÉS.