Correo
Pandemia y educación
La pandemia está removiendo lo más íntimo de nuestras vidas, nos está recordando la importancia que tienen el afecto y la solidaridad y que -si de prioridades se trata- yo las pondría entre las primeras. Digo esto porque los encierros y las cuarentenas nos han hecho sentir, de manera muy fuerte, la necesidad de la presencia cuando nos saludamos o nos hablamos; la necesidad de ese abrazo, ese beso y ese apretón de manos, el sentir que quienes amo y quiero están ahí y no al otro lado de la pantalla; pantalla que nos está alejando cada vez más.
Claro está que hoy hace eco más que nunca aquella frase que acuñó nuestro gran y respetado cómico nacional, Coco Legrand, de que la mayoría de nuestras autoridades "viven en otra parte, aquí sólo vienen a trabajar ", porque no puedo entender que alguien diga que "no sabía que en Chile habían pobres" o "que todas las escuelas y liceos están conectados, por lo tanto contrátese -por sumas millonarias imagino yo- un programa de educación online y aprendemos en la casa". Es hora que entendamos que la educación es mucho más que contenidos, pues educar es fabricar humanidad, y yo espero que el coronavirus reinstale esa fábrica en todos los lugares y podamos- con justa razón y orgullo- "tirarnos tierra al lomo" y decir, entonces, que tenemos una educación de calidad.
Claro está que no debemos creer que el coronavirus es el responsable de la pobreza y la desigualdad que existe en nuestro país, porque tan malo no es el covid-19 y, tampoco tiene tanto poder para provocar en tres meses lo que hoy estamos viendo: las injusticias y desigualdades sociales, el abuso, la mentira, el hambre de muchos, la falta de oportunidades, la exclusión, aquello de "que estamos trabajando para mejorar", "que estamos pensando en el Chile del futuro" (¿y ahora qué?).
Creo que sólo podremos decir que somos "los tigres de América y el mundo" cuando se produzca el gran encuentro entre quienes van en la punta del cerro y quienes vamos en el barro, y cuando todos vivamos y trabajemos aquí en este tan hermoso país. Yo espero que sea el covid-19, con su gran poder, quien provoque este encuentro y seamos mejores personas, y así lo recordemos por su marca de fuego.
Carlos Vidal Paris, profesor rural
Bellezas de Calbuco
Históricamente, Calbuco es considerado como un archipiélago enigmático, con una belleza natural y un patrimonio cultural que ha trascendido en el tiempo junto a su gente. La vida rodea el mar con sus propios códigos que son transmitidos generación tras generación. El viento, la lluvia, los chubascos, el frío, el sol, son los compañeros en las actividades de los curtidos hombres de mar y sus simbolismos de optimismo cada vez que se lanzan a las faenas de pesca y extracción de los frutos marinos.
La gastronomía en Calbuco deleita los paladares con su potaje estrella, el curanto, que es un homenaje al hombre dedicado a la extracción. La Fiesta de las Luminarias es única y propia, la luz de las fogatas y faroles en honor al patrono San Miguel Arcángel confluyen a ser un patrimonio orgullo calbucano.
También está la Fiesta de los Indios y el batido de banderas en honor a cada imagen que viaja de distintas capillas de los sectores, que al compás y el sonido de los tambores rinden el homenaje en la iglesia principal de la ciudad. Y la Isla Lagartija es un santuario de la naturaleza donde se puede apreciar fauna marina, la Isla Helvecia o Chaullín con el bosque de arrayanes milenario y una historia precisa de dimensiones mágicas.
El Estero de Huito también acogió a hombres de valor. Previo a la Batalla de Abtao se dice que Prat y Grau estuvieron con sus tripulantes sellando un momento histórico y glorioso al hacer huir a la flota española.
Frank Lambarri
Acuerdo nacional
Los nombres importan. Va a ser difícil que los políticos firmen un Acuerdo Nacional por la Pandemia, pero sería fácil que firmen un Gran Acuerdo por el Lavado de Manos y el Distanciamiento.
José Luis Hernández
Siches y Mañalich
Para detener los palos Izkia Siches y Jaime Mañalich, en medio de esta gravísima crisis sanitaria, que por un momento supongan que ellos dos son los últimos sobrevivientes de la pandemia y uno de ellos se agrava y el otro debe socorrerlo (a), honrando su juramento hipocrático, antes que sus diferencias. Doctora Siches y doctor Mañalich, sólo la unión de todos nos permitirá salir vivos.
Luis Enrique Soler
Caída del Imacec
La economía cayó un 14,1% y hay quienes aún sueñan con un cambio constitucional. Las prioridades...
Pedro Ramírez