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Empatía en días de pandemia
Durante los últimos meses, se ha generado una avalancha de opiniones sobre la educación a distancia y las metodologías que se utilizan para cumplir con los objetivos y competencias de los planes de estudio de las distintas universidades de nuestro país. Existen opiniones contradictorias entre los protagonistas de esta historia, si bien hay muchos aspectos que mejorar para otorgar una educación de acceso universal.
El virus llegó sin previo aviso, encauzando un camino directo hacia las plataformas digitales, tanto en nuestra vida diaria como en lo académico. Cada participante del contexto universitario tiene una vida detrás y cargas con las cuales lidiar día tras día, el esfuerzo de adecuar una clase, el intento de estudiar y comprender los contenidos en tiempos limitados, la familiarización con los recursos virtuales, la difícil misión de equilibrar la actividad académica con la familiar, la vida bajo realidades económicas y sociales distintas.
Seamos conscientes de las dificultades que acarrea el desarrollo de este complejo semestre, comprendamos que muchas veces la mente y el alma no están funcionando en su totalidad. Que cada persona requiere distintos tiempos, pero por sobre todo, seamos capaces de mirar la realidad y buscar soluciones conjuntas. Todos debemos participar activamente con el fin de construir un mejor resultado a través del tiempo.
El éxito de este proceso depende de valorar los esfuerzos personales de cada integrante de la comunidad universitaria, estudiantes, docentes, cargos directivos. Insisto, nadie estaba preparado para hacer frente a esta pandemia, sin embargo, el complejo escenario que estamos viviendo sería mucho más fácil de llevar practicando la empatía, virtud tan escasa en estos días.
Marcia Molinet Guerra, académica de la UACh, sede Puerto Montt
Dos mamás I
La Constitución del país (esa que según algunos es la responsable de todos los males, en su artículo primero declara como principio básico y fundamental de nuestra sociedad, la igualdad de todas las personas en dignidad y derechos. Reconoce a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad. Coloca al Estado al servicio de la persona humana siendo su fin promover el bien común, persiguiendo la creación de condiciones sociales que permitan a cada integrante de la comunidad nacional, su mayor realización material y espiritual.
Finalmente, este sustantivo precepto declara que es deber del Estado la protección y el fortalecimiento de la familia, como también lo es "promover la integración armónica de todos los sectores de la nación y asegurar el derecho de las personas a participación igualdad de oportunidades en la vida nacional". Así, cuando la jueza Macarena Rebolledo dicta una sentencia que reconoce a Attilio José como hijo de Emma de Ramón y Gigliola Di Giammarino -sus dos mamás- y que esa es su familia ante todos nosotros, cumple su labor de hacer respetar los principios fundamentales sobre los que se construye nuestra sociedad.
En Chile no hay norma superior a la Constitución Política y, por tanto, se podrán alegar supuestos vacíos legales o pretender que ha existido instrumentalización procesal (cosa que no comparto), pero jamás se podrá decir ni sostener que la sentencia dictada por el Segundo Tribunal de Familia de Santiago es inconstitucional y menos que en el pronunciamiento del fallo ha faltado humanidad.
Lorenzo Miranda Morales
Dos mamás II
La sentencia de la juez de familia que -como producto de una colusión procesal y de un juicio simulado- ordenó al Registro Civil modificar la partida de nacimiento de un niño e inscribirlo como hijo de dos madres (y ningún padre), trastorna el ordenamiento jurídico y constituye una verdadera subversión judicial.
Sentencias que contrarían el más elemental sentido común, que vulneran normas expresas y que presumen como verdadero lo que es falso, no sólo atentan contra la juridicidad y el Estado de Derecho, sino que desprestigian a la judicatura y al sistema legal.
Adolfo Paúl Latorre
Competitividad global
Buenas noticias ha recibido esta semana el país tras la publicación del Índice de Competitividad Global que mide cuatro áreas: desempeño económico, eficiencia del gobierno, eficiencia de los negocios e infraestructura. En base a ello se calcula competitividad y posicionamiento en el ranking.
Chile alcanzó el lugar 38, recuperando cuatro posiciones respecto de 2019, lo que le permite mantener la tendencia de los últimos años situándolo como líder de América Latina. Pero se debe tener en consideración que esta alza se debe a la baja de otros países y no necesariamente a una mejora de los factores antes descritos. Esto plantea un enorme desafío respecto de la próxima medición, principalmente con aquellos efectos que traiga consigo la pandemia del covid-19.
Francisco Santibáñez