Escape de salmones
Es prioritario conocer el número de peces que se liberaron y el impacto ambiental en el Seno del Reloncaví. La presencia de la acuicultura con la Región de Los Lagos exige de protocolos que cautelen el respeto por las condiciones medioambientales.
Como pocas regiones del país, Los Lagos goza de inigualables condiciones naturales gracias a su ubicación geográfica, que combina los verdes prados de las zonas agrícolas, los bosques que son el armazón de varios parques nacionales e islas que otorgan una identidad única, todo bordeado por un mar rico en flora y fauna que es el sostén de una actividad económica que va desde la pesca artesanal hasta la acuicultura. Por eso es que episodios como el de la fuga de salmones que se registró el fin de semana pasado, en las cercanías de Hualaihué, merecen toda la atención de la opinión pública, que con razón permanece vigilante ante la relación del hombre con la amplia gama de recursos naturales que hay en la zona.
De los antecedentes que se han conocido, el temporal ocurrido esos días provocó el hundimiento de 16 de 18 balsas jaula de salmones que tenía una empresa acuícola en el Seno del Reloncaví, estimándose que más de 875.000 peces que estaban en fase de engorda se escaparon del ambiente en que se encontraban. Hasta ahora, no se conoce con exactitud el número total de salmones que dejaron de estar en cautiverio, pues las condiciones climáticas en la zona han dificultado las labores de aproximación a los centros que fueron siniestrados. Aun así, es de esperar que la empresa actúe rápidamente una vez que mejore el tiempo, para que la ciudadanía conozca con exactitud el número de salmones en fuga, primero, y paralelamente evaluar el daño ambiental que pudiera haberse producido en esa área del Seno del Reloncaví.
Asimismo, es fundamental que los organismos fiscalizadores del Estado determinen con precisión tanto las causas del hecho como sus consecuencias ambientales. La acuicultura no es una actividad nueva en la Región de Los Lagos, como tampoco lo son los frecuentes temporales que azotan particularmente a los territorios costeros, que es donde se concentra buena parte de la actividad salmonícola. Con estos antecedentes, cada uno de los centros de cultivo debiera estar preparado para afrontar emergencias de este tipo.