Debate sobre la pasarela en el mall
Una materia así de relevante para Puerto Montt exige de una amplia discusión que incluya a numerosos actores. Arquitectos, urbanistas y muy por cierto el Gobierno, mediante el Ministerio de Vivienda, deberían sumarse a esta discusión.
Después de diez meses, producto del estallido social y de la pandemia, el Concejo Municipal de Puerto Montt retomó la semana pasada el debate acerca de la solicitud del Grupo Pasmar relativa a construir una pasarela aérea que conecte al Mall Paseo Costanera con su ampliación actualmente en construcción, para lo cual la empresa necesita de una concesión de bien nacional de uso público. Convocados por la presidenta de la Comisión de Infraestructura del cuerpo colegiado, los ediles se reunieron para discutir en torno a los aspectos jurídicos y condiciones en que se podría entregar el espacio público, para lo cual escucharon presentaciones de los abogados del municipio y de la Dirección de Obras, probablemente la repartición con la voz más autorizada de la corporación alcaldicia, desde lo técnico, para entregar los pro y contra de tal solicitud.
Para analizar el impacto de una pasarela entre ambas estructuras, por sobre una vía pública, vale la pena tener dos ejes de consideración. El primero, la errática relación que ha mantenido Puerto Montt con su borde costero durante años, y que ha devenido en una ausencia de planificación que tiene a la Costanera, por ejemplo, sumida en un abandono que afortunadamente ahora pareciera empezar a desvanecerse, gracias a un proyecto gubernamental que apunta a una completa remodelación. Y el segundo, el significativo empuje al desarrollo económico de la ciudad que ha significado el mall de Pasmar, con numerosas plazas de empleo que en esta crisis, son más necesarias que nunca.
Con este contexto, habrá de admitirse que una materia de la relevancia de la concesión de un bien nacional de espacio público, nuevamente en el borde costero, exige de una profunda reflexión en la que los concejales requieren de una amplia mirada que no abarque únicamente a las reparticiones municipales, sino que a arquitectos, urbanistas y el propio Gobierno, a través del Ministerio de Vivienda (impulsor precisamente del futuro Parque Costanera), todos los cuales de seguro anhelan un borde costero que logre conjugar la inigualable belleza escénica de la ciudad y su sustentabilidad, con el desarrollo económico.