Salmones muertos en el fondo del mar
Una inquietante interrogante ambiental se abre con el informe oficial sobre lo ocurrido en el Seno del Reloncaví. Episodios como el de Caicura debieran motivar una nueva mirada a los protocolos a seguir en el caso de fuga masiva de peces en la zona.
Apoco más de un mes de la masiva fuga de salmones que se produjo en el Seno del Reloncaví, producto de un temporal que afectó a un centro de cultivo en la zona de Caicura, el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) entregó un balance pormenorizado de la fuga, recuperación y mortandad de salmones, luego de semanas de investigación y monitoreo en la zona que incluyeron la participación de robots submarinos y sonares de alta tecnología dispuestos por Blumar, la empresa responsable de las instalaciones. En las 18 jaulas afectadas por el frente de mal tiempo (16 de las cuales finalmente se hundieron) había 875.125 salmones. De ellos, se escaparon 103.720 y se recuperaron 28.726, mientras que en el fondo del mar quedaron 771.405 unidades, lo que abre una inquietante interrogante respecto del impacto medioambiental que tendrá tal nivel de mortandad en el Seno del Reloncaví.
Si bien tanto Sernapesca como la empresa involucrada aseguraron, apenas se supo del hundimiento, que se activarían todos los protocolos establecidos para este caso de emergencias, las actuales exigencias ambientales, cada vez en alza en el mundo, debiesen plantear al menos revisar el contenido de las normas. De acuerdo a lo que está escrito, ante cualquier imprevisto de este tipo, las compañías están obligadas a recuperar el 10% de las especies fugadas. Cumpliendo tal exigencia, aparentemente se da por superado el incidente.
Frente a ello, vale la pena que organismos especializados estudien en detalle el impacto que significarán más de 700 mil salmones en una zona del Seno del Reloncaví y, además, que se revalúen los protocolos que se deben cumplir frente a estas emergencias, comenzando, por ejemplo, con las medidas de seguridad que tienen que aplicar los centros de cultivo en una zona del país donde los temporales no son algo inusual, sino parte constitutiva del entorno natural. Las inigualables condiciones geográficas de la zona deben cautelarse de la mejor forma posible frente a actividades económicas que, por cierto, han constituido un aporte significativo al desarrollo económico de la región.