Correo
Pandemia y vida en el campo
Con la irrupción del coronavirus ha quedado al desnudo la brecha tecnológica entre un estudiante de un lugar apartado de un centro cívico y de quienes viven en la ciudad. La falta de acceso a internet deriva en la limitada o nula capacidad de seguir recibiendo los contenidos de los programas de educación en forma regular. Entiendo que es una situación transitoria, pero es la punta del iceberg de muchas otras brechas que están cubiertas por el manto de la vida rutinaria.
Dadas las brechas existentes es que históricamente ha existido migración de los jóvenes del campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades, sin embargo, hoy con el covid-19, ha quedado al descubierto que es peligroso vivir en una ciudad, donde es normal la aglomeración de personas, y que para limitarlas se han forzado nuevas formas de vivir, que distanciamiento social, que no se saluda de mano, que no se puede consumir en un restaurant, que hay toque de queda y finalmente, la cuarentena obligatoria en algunas ciudades.
Si levantamos la vista y miramos un horizonte de largo plazo, siempre ha sido bueno vivir en el campo, menor contaminación de todo tipo (ambiental, acústica, lumínica, visual, etc.), mayor actividad física, posibilidad de disponer de alimentación más sana, de respirar aire más limpio, aprender sobre la naturaleza in situ, sentir la humedad del bosque, vivir la sombra de un árbol; sólo que no lo incentivamos, muchas veces no lo vemos, es más lo estigmatizamos, y las brechas comentadas no lo favorecen.
Hoy, la agricultura familiar representa una gran oportunidad de disponer de alimentos para la comunidad sin aumentar riesgos de la pandemia; cumple en forma natural con las medidas de seguridad para minimizar contagio del covid.19 (no propicia la aglomeración de gente, fácil trazabilidad). Entonces, es tiempo de volver la vista a la vida de campo en nuestro país; partamos por eliminar las brechas que el sistema económico actual ha generado, para que las próximas generaciones de jóvenes campesinos vean una alternativa real de vida plena quedarse en el campo y quién sabe, en una de esas, se cambia el sentido de las migraciones históricas.
Vamos por iluminar todo el territorio, vamos por emparejar la cancha; es tiempo de privilegiar a los seres humanos, a nuestros jóvenes (aun cuando la cantidad de habitantes del campo no "justifique la inversión privada"), en lugar de los resultados económicos de las empresas de comunicaciones.
Luis Toro C.
Libertades condicionales
¿De qué sirve legislar para otorgar determinadas penas carcelarias a los delitos cometidos por los delincuentes, si se sabe de antemano que estas no van a ser cumplidas efectivamente? ¿No sería mejor sentenciar a los delincuentes hasta que la famosa comisión los considere aptos para volver a las calles?
No soy investigador de jurisprudencia, pero sería interesante saber qué porcentaje de las sentencias son cumplidas efectivamente. Y no vengan con la frase de que las personas que cometen delitos tienen derecho a la rehabilitación, ya que sabemos que en Chile eso es impracticable, más aún cuando una de las razones que se arguye para decretar libertades condicionales es la sobrepoblación carcelaria.
Debe ser muy frustrante y deprimente para las víctimas y/o sus familiares, después de sufrir el delito, pasar por el complejo y largo período de investigación y juicio, observar que su perpetrador se encuentra libre en las calles, muchos años antes de cumplir su pena y muchas veces viviendo en el mismo barrio. Los derechos humanos, ¡por supuesto!, ¿pero de quiénes?, si una sentencia ya considera los derechos de los delincuentes, sus beneficios y sus atenuantes.
Por favor, no generemos leyes para aumentar las penas a los delitos, ya que en la práctica no sirve de nada, a fin de cuentas, la "comisión" tendrá siempre la última palabra y decidirá la pena que por el delito cometido se debía cumplir, sin considerar la sentencia, la gravedad del delito y jamás, pero jamás a las víctimas.
Óscar Soto Fernández
"Discriminación y racismo"
Todos recordamos a George Floyd, estadounidense de color que murió en un aberrante procedimiento policial, dando origen a inmensas protestas. Somos menos los que conocemos a Cannon Hinnant, niño blanco de 5 años, ejecutado hace pocos días por su vecino -negro- Estados Unidos.
En paralelo, la huelga de hambre de Celestino Córdova, asesino de los Luchsinger-Mackay, ya es un tema de Estado. Casi desconocida es la que se encuentra realizando Roxana Carrut, agricultora de Victoria que ha sido vejada en múltiples oportunidades por terroristas que se dicen mapuches. ¿Discriminación, racismo?
René Fuchslocher Raddatz
"18" y cuarentena
¿Para el "18" habrá que decretar cuarentena nacional para que nadie salga de sus casas?
Pedro Herrera