Hitleriana Ubilla y su amor por la docencia
Creadora del himno de dos escuelas, esta profesora fue una de las fundadoras del Coro Puerto Montt y de un conjunto folclórico.
Una extensa carrera docente, en la música y en la Cruz Roja desarrolló Hiteleriana Ubilla desde su llegada a Puerto Montt procedente de la Región del Biobío. Y es que, entre otros aspectos, destacó por ser la autora de los himnos de dos establecimientos educacionales de la capital regional.
Titulada en 1956 como profesora de Educación Básica en la Universidad de Concepción, arribó a Puerto Montt "raptada", como ella dice entre risas, por su marido, Lautaro Miranda, Hijo Ilustre de Puerto Montt 1994, año en el que falleció.
Ya en la capital regional, su recorrido docente comenzó en el Instituto Comercial, en tiempos en que el establecimiento se ubicaba en "Urmeneta, arriba, en el cerro", aunque también hizo clases en su actual emplazamiento de calle Buin.
Su carrera la prosiguió en la Escuela España (N° 6), establecimiento del que no sólo fue subdirectora, sino que también escribió su himno, mientras que su esposo fue quien le puso la música.
Situación similar ocurrió en la Escuela N° 2, República Argentina; donde continuó su carrera tras ser trasladada desde la Escuela España. Aquí nuevamente escribió la letra del himno, mientras que su esposo compuso la música.
Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 "anduve por aquí y por allá. Me anduvieron trayendo en las cuerdas y me fui a la Escuela Árabe Siria", donde estuvo un año para luego partir a la Escuela 1 República Alemana, donde jubiló en 1998, tras 42 años de servicio y ejerciendo al final como subdirectora.
Por esos años, según cuenta, vivió la decepción de ser acusada por "colegas muy adictas al sistema (gobierno militar)". Y es que "nunca negué mi condición de radical".
El coro
Junto a su esposo fundó el Coro Puerto Montt en 1957. De hecho, Lautaro Miranda fue el director de la agrupación. "Ensayábamos en mi casa. Empezamos ocho, entre ellos René Salinas hijo y partimos como un coro de cámara y después aumentamos y llegamos a sumar a 38 personas".
Pero la fundación del coro no fue lo único, ya que posteriormente "armamos el conjunto folclórico del Coro Puerto Montt, con el que salimos a varias partes, como a la inauguración del retén de Segundo Corral. También fuimos a Ovalle y a Melipilla. El coro se terminó con la junta militar porque comenzaron los problemas. Uno de ellos fue la dificultad para poder salir a ensayar en las tardes. Hubo muchos problemas y mi esposo me dijo que así no podíamos seguir".
Recuerda que con los niños, como por ejemplo, en la Escuela 6, realizó un "hermoso trabajo folclórico" y que tras la construcción del Teatro Diego Rivera, le asignaron al coro un espacio para que pudieran ensayar y, a la vez, mostrar su trabajo a quienes acudían a este lugar.
"El arquitecto diseñó el edificio, con un espacio en el segundo piso para el coro. Su idea era que la gente que asistiera a ver las exposiciones se pudiera recrear con el arte y escuchar a los músicos", recuerda.
Pero la propuesta no era del gusto de su esposo, quien le dijo "que era lindo su proyecto, pero tomara en cuenta que no sólo llegábamos a cantar solamente, sino que a ensayar, y eso puede no ser del agrado de los visitantes. Con el tiempo se dio cuenta de que teníamos razón, así que cerró el espacio".
Hitleriana Ubilla rememora ese tiempo, el que califica de "maravilloso", al tiempo que confidencia que "fui muy feliz en mi carrera".
Por aquellos años, agrega, "nadie cobraba. Todo era por amor al arte".
-Usted tiene un nombre que no es común...
-Viene de Hitler. Mi padre, Antonio, trabajaba en Coronel, en el muelle portuario, como policía de Aduana. Cuando el Presidente Carlos Ibáñez del Campo creó Carabineros comenzaron a reclutar gente para la institución. Fue así como a mi padre le ofrecieron cambiarse, él lo conversó con mi madre Isabel, a quien le dijo que podía servir más como carabinero que como policía de Aduana cuidando cajones y leseras, así que ingresó a Carabineros. Bueno, yo nací y mi padre me fue bautizar solo. Ahí le preguntaron "cómo se llamará la niña", y él respondió: Hitleriana.
-Ya lo tenía decidido entonces...
-El cura le volvió a consultar y él le volvió a responder "Hitleriana". "Pero ¡cómo!", le dijo el sacerdote. "Será María Hitleriana". "No, Hitleriana", le contestó mi padre. "Entonces, Hitleriana del Carmen", le replicó el cura, y mi padre nuevamente le dijo que no, que solo Hitleriana. Mi papá era firme. "Entonces no la bautizo", le dijo el cura, así que mi padre partió conmigo, mientras que el cura fue detrás de él diciéndole que me llevara porque sí me bautizaría. Y me bautizó con el único nombre.
-Era un seguidor de Hitler...
-Claro, admiraba su obra, el trabajo social que hacía en el comienzo. Hitler engañó a mucha gente que pensó que era lo máximo. Nunca pensé cambiarlo y eso que me decían que debía cambiarme el nombre; pero no lo hice por el respeto y el amor a mi padre.
Voluntaria
Por 25 años fue voluntaria de la Cruz Roja, institución en la que también vivió momentos complejos a pesar de trabajar mucho a favor de la comunidad.
-¿Cómo ve la situación actual de los voluntariados y de la educación?
-La gente no tiene tiempo; está ocupada, dedicada nada más que a lo educacional, pero muy desentendida del aspecto humano. En esos años a los profesores nos importaba mucho la parte humana, no sólo de los niños, sino que también de los apoderados.
junto a su esposo, el hijo ilustre de puerto montt 1994, lautaro miranda.