La ruta del reportero que se compró un dios
En "Un dios portátil" Juan Pablo Meneses cuenta cómo comprar una deidad en la India, cómo diseñar una iglesia en Silicon Valley y cómo lanzar una religión global desde Nueva York.
Hasta no hace mucho, la máxima del periodista Juan Pablo Meneses era dudar de todo. Hasta que la escritura de "Un dios portátil" (Planeta) cambió su paradigma, al punto de que el reportero escéptico, tras meses de investigación, descubrió la importancia de creer.
La publicación de esta crónica de largo aliento -son 324 páginas- viene a cerrar la trilogía dedicada al "Periodismo Cash", un tipo de periodismo que inventó el propio Meneses y que consiste en comprar con efectivo al protagonista del libro, con la idea iluminar las partes más desconocidas de distintos mercados. En esa lógica escribió "La vida de una vaca" y"Niños futbolistas", títulos que completan la trilogía.
En "Un dios portátil", Meneses emprendió un viaje con varias estaciones: el resort de Osho en Pune, el encuentro con una niña diosa en Katmandú, el regateo por una deidad en Varanasi, la participación en diferentes ceremonias en templos de realidad virtual, la búsqueda de un dios de inteligencia artificial en Silicon Valley, hasta diseñar su propia Iglesia en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford. Incluso, lanzará su credo -la Religión Portátil, mezcla de tecnología y fe- desde el centro mismo de Manhattan.
Una travesía que claramente ya comienza a rendir su frutos, no solo por los primeros fieles que se sumaron a su cruzada espiritual. El diario El País (España) comentó a propósito de la aparición del libro: "Meneses ha ido un paso más allá. Tomó una decisión relevante, comprarse un dios. Uno propio para crear una religión y poderla llevar consigo". Y eso, no es poco.
-¿Se puede comprar la fe como se compra un niño futbolista o una vaca?
-Uno de los personajes que aparece en el libro, el maestro yoga Gurubachan Singh K., dice que lo único que no podemos comprar es la respiración. Y un príncipe budista, que entrevisté en Nepal, me dijo que uno puede comprar una cama, pero eso no significa que se compre el sueño. Toda la primera parte del libro es la búsqueda de un dios, y de preguntar cómo se compra, dónde se vende. Yo no compré la fe, pero sí viví un gran acto de fe cuando, finalmente, después de un largo viaje por la India me encontré con el vendedor de un dios. Fue en la ciudad de Varanasi, el lugar más raro del mundo. Y en ese momento, cuando empecé a negociar el precio de la deidad, comenzó a funcionar una dinámica muy similar a la compra de un niño futbolista o de una vaca.
-A la luz de los tres libros del "Periodismo Cash", pareciera que el verdadero Dios es el mercado. ¿Lo ves así?
-La primera vez que conté públicamente que me había comprado un dios, y que quería diseñar una Iglesia, fue en la Universidad de Stanford, en California; en el corazón de Silicon Valley, donde se inventó el modelo del mercado tecnológico en que vivimos. Toda la segunda parte de "Un dios portátil" pasa en Silicon Valley. Después de la presentación, a todos les pareció muy normal que comprara un dios, y que quisiera diseñar una Iglesia. Entre fundadores de startup millonarias y programadores de APP globales, a nadie le pareció raro el proyecto. Ahí entendí que el mercado no es un dios que está en todas partes. El mercado es el dueño del dios.
-Pensando en la Religión Portátil, ¿cuáles serían los mandamientos que deben profesar sus fieles?
-No hay mandamientos, ni formalidades, porque la Religión Portátil está enfocada en los freelance, en los nómades, en quienes no buscan algo fijo. Pero sí creo que es fundamental creer. Los periodistas tenemos la enfermedad profesional de no creer, de desconfiar todo el tiempo y a sueldo. Algunas personas han leído "Un dios portátil" como un libro donde un periodista descubre la importancia de creer, y de cómo eso te cambia la vida. Y esa lectura me gusta.
-¿Cuál de todas las experiencias que viviste para escribir el libro te impactó más?
-Todo lo que viví en Silicon Valley me pareció muy revelador. Pasé un año ahí. Llegué con el dios que me había comprado en la India y, rápidamente, sentí que estaba en el lugar ideal para un proyecto religioso actual. Hace varios años que Microsoft tiene una empresa para templos en realidad virtual y bautizos a distancia. El director del proyecto de UBER para autos sin conductor está trabajando en un dios de Inteligencia Artificial. Hace un par de años Stanford ya trabajaba en la idea de ser 100% online. Lo que más me impacta es que ahora, parece que todo Silicon Valley sabía lo que venía. Y que fue ahí mismo, donde se diseñó la Iglesia que aparece en el libro.
-¿Escribir este libro cambió tu propia espiritualidad, tu forma de creer?
-La cambió mucho. De hecho, ahora que lo pienso, "Un dios portátil" es la historia detallada de todo ese cambio espiritual. La travesía de un periodista que dirige un medio, que no cree porque los periodistas no pueden creer, que tiene horarios de oficina, y que termina lanzando una religión global desde un escenario en Times Square, y explicando cómo llegó hasta ahí.
-¿En qué cree hoy Juan Pablo Meneses?
-En lo que más creo, después de terminar este libro, es que uno puede hacer su propio credo. En el mundo actual, con la tecnología tan cerca, nos suelen decir que ahora puedes hacer tu propia radio, tu propio canal de TV, tu propia empresa, tu propia banda, tu propia editorial. Que todo es tan fácil. Pero nadie te dice que puedes hacer tu propia Iglesia, tu propia religión. Mas de alguien ha leído "Un dios portátil" como un manual para hacer tu propio credo.
-Hagamos un poco de futurología: de aquí a cien años más, ¿en qué estaremos creyendo?
-Me imagino que estaremos creyendo en muchos miedos de los cuales protegernos, que es en lo que se sustenta cualquiera de las más de cinco mil religiones que existen hoy en el mundo.
Meneses diseñó su propia iglesia en la Escuela de Negocios de Standford.
Por Marcelo Simonetti
Ignacia Uribe