"Bailando podemos salvarnos. La danza no es solo salud corporal, sino también mental"
Con su extensa y premiada carrera, tanto en Chile como en el mundo, el bailarín, director y coreógrafo Gigi Caciuleanu llega al encuentro Zona Maestra de Teatro del Lago, evento -a realizarse al mediodía de este sábado vía Zoom- en el que entregará no solo detalles de su trayectoria, sino también una experiencia práctica.
Sobre esto, el arte en tiempos de pandemia, y su relación con Chile, comentó este referente de la disciplina, destacado por derribar las fronteras entre la danza, la ciencia y la poesía.
-¿Cuál es el principal conocimiento y vivencia que quisiera transmitir en este encuentro?
La danza como arte mayor no presupone solo talento, sino también conocimiento. Para mí no es solo bailar, sino pensar, trabajar con las metáforas como hacen los poetas, los artistas plásticos, los cineastas, los músicos, y también con un permanente y lúcido análisis de lo que se está haciendo mientras uno baila.
Investigar el movimiento me parece no solo útil, sino indispensable para ser capaz de bailar de una manera contemporánea, en un mundo que también lo es. Un cuerpo inteligente, que 'piensa', es un cuerpo bello.
- ¿Cuáles son las metas a cumplir para alguien con una carrera tan consolidada como la suya?
El primer 'ingrediente' sería … el amor, el amor de la vida, de los demás. Decirte, mientras 'trabajas', a todas las fibras de tu ser, como la canción de Violeta Parra: 'Gracias a la vida'. En segundo lugar, viene el trabajo, un trabajo sin ninguna piedad o complacencia para sí mismo, sin economizar en el cuerpo ni en la materia gris.
- ¿Cómo ve el presente de la disciplina en este contexto de pandemia?
Más que nunca, en esos momentos terribles para los contactos humanos directos (en un mundo con 'gestos-barrera' y 'distancia social'), me parece primordial, y vital, tener en mente el hecho de que el arte en vivo nos mantiene con vida.
No cruzar los brazos y hacer todo lo que está en nuestro poder para quedar salvos y con salud, pero no ceder para nada frente a los dos nuevos dioses que quieren apoderarse del mundo: el caos y el pánico. Lo que más hay que temer es a la ignorancia.
- ¿Cree que debe realizar cambios -la danza- para adaptarse al confinamiento que sigue en este lado del mundo?
¡El grande vencedor de la pandemia es la pantalla! Las pantallas del teléfono, de la tele, de los tablets, etc., pero, ¿cómo reducir la multitud de las dimensiones de la danza a solamente dos dimensiones de un pequeño rectángulo? Gracias al internet, la comunicación física se transformó en, aún una más densa, comunicación virtual, pero el amor, como el arte, no puede ser solo virtual.
Pienso que ahora, al contrario, se debe transformar el mundo. Tenemos tantos científicos y premios Nobel para que nos saquen de este momento de oscuridad y finalmente de oscurantismo. Parafraseando a Gabriel García Marqués es el momento en el cual debemos 'coûte que coûte' (cueste lo que cueste) salvar el amor -y el arte- de los terribles tiempos de cólera.
- ¿Cuál cree que es el aporte que esta disciplina hace en situaciones de crisis como la actual?
El arte del movimiento es el arte de la vida. ¡Bailar, bailar, bailar! Bailando podemos salvarnos. La danza no implica solo una salud corporal, sino también una disponibilidad mental. Y, diría yo, sentimental, o sea, emocional.
- ¿Cómo vive un artista como usted un encierro obligatorio? ¿Cuál ha sido la parte más difícil?
El arte de la danza es el arte de trazar líneas en el espacio, crear volúmenes en la 'materia' del tiempo, hacer malabarismos con las metáforas. Por eso mismo, me pareció muy natural no solo continuar moviéndome y crear movimientos, inventando danzas, pero también dibujar, escribir. Me inventé un teatro poético y un teatro de dibujos, que comenzaron sus actividades en los espacios del internet, en el momento mismo que estuvimos condenados al encierro en París. También busqué y encontré danzas mías que había olvidado y que estaban en alguna parte en el ciberespacio, y esto me permitió redescubrirme y difundirlas. Lo que no tenía tiempo ni energía de hacer antes.
Comprendí muchas cosas a las cuales, por razones de vida trepidante, no prestaba mucha atención . Ningún encierro puede parar la creatividad. Estoy en este mismo momento con dos proyectos de espectáculos de teatros coreográfico, uno en París y otro en Bucarest.
- ¿Cuál es su relación actual con nuestro país?
Estuve 15 anos en Chile (12 como director artístico de el Ballet Nacional Chileno -BANCH)-. Llegué en 1998 para una creación (Mozartíssimo) y me quedé tanto tiempo por el amor a Chile. Me enamoré de Chile en el momento cuando, casi el primer día de mi llegada asistí a un festival de poesía, en una gran plaza pública con una multitud de gente escuchando en un silencio de catedral a los poetas. Y mi amor continuó creciendo cuando conocí a los y las maravillosos y maravillosas artistas de el BANCH. Mi relación con Chile es la de un creador que tuvo la suerte de madurar allí su arte.