Programas sociales regionales en riesgo
El Hogar de Cristo ha levantado la alerta por las carencias financieras que está sufriendo en la Región de Los Lagos. Más de 250 personas en la región son beneficiadas regularmente por los programas que lleva adelante esta entidad.
No hay prácticamente ningún bolsillo que haya quedado indemne a la crisis económica generada por la pandemia del covid-19. Países, empresas y personas han visto de una u otra forma afectadas sus finanzas, al punto que se están registrando tasas de desempleo históricas en varias latitudes, con la triste estela de incremento de la pobreza y carencia de acceso a servicios básicos. Tampoco han estado ajenas a esta realidad las instituciones de asistencia social, que dependen tanto de los aportes de la ciudadanía como de los estatales para cumplir con su cometido de ir en auxilio de quienes han quedado a la vera del desarrollo, o de quienes por razones familiares o de salud necesitan de una mano desinteresada.
Precisamente el Hogar de Cristo en la región ha advertido esta semana de un considerable déficit financiero para continuar operando sus programas, que abarcan jardines infantiles, hospederías, residencias de adultos mayores y atención domiciliaria para la tercera edad, a través de los cuales benefician a más de 250 personas. Han sufrido, como tantas otras entidades similares, de una disminución de las donaciones que realizan las familias, motivada probablemente porque la crisis económica también les ha significado una merma en los ingresos.
A nivel nacional, la institución ya proyecta para el año 2021 un sobregasto de cerca de $5.500 millones, por lo que está solicitando la ayuda del Estado para poder continuar con su encomiable labor de servicio. Ciertamente, el escenario para el erario nacional no es el mejor en este contexto de pandemia y de múltiples necesidades de amplios sectores desfavorecidos por la crisis económica.
Aun así, es perentorio que se produzca un acercamiento concreto entre el Hogar de Cristo y el Gobierno, más allá de la expresión de voluntades, para buscar las fórmulas que le permitan a la institución continuar con su obra. Mal que mal, cada una de las instituciones de beneficencia de la sociedad civil asumen un rol que, en otro caso, le debería corresponder a Estado. Hay miles de personas en todo el país que dependen de esto.