"En Chile la Constitución requiere un balance entre transformación y continuidad"
El docente compara el proceso constituyente chileno con otros en el mundo, explica cómo la Convención tendría que legitimarse, aborda el fenómeno de la polarización y menciona qué no puede faltar en una Carta Fundamental.
A pocos minutos de concretarse el triunfo de la opción Apruebo comenzaron a asomar candidatos para formar parte de la Convención Constitucional. Otros confirmaron lo que ya habían anunciado. La carrera está lanzada y también el debate de qué tipo de calificación hay que tener para redactar una Constitución. Desde la "Tía Pikachu" hasta el premio nacional de Humanidades y Ciencias, Agustín Squella; desde el expresidente de la UDI, Pablo Longueira, hasta la periodista Lucía López. Mariana Aylwin, Henry Boys, Adriana Barrientos, Pedro Cayuqueo, Anita Tijoux. El espectro es amplio, variado y sujeto obviamente a comentarios de todo tipo.
Gabriel Negretto, profesor asociado del Instituto de Ciencia Política de la UC y experto en política constitucional comparada, lleva años estudiando los procesos constituyentes del mundo, con especial énfasis en América Latina. Dice que hay ejemplos en el mundo para todos los gustos respecto de cómo elaborar el estatuto.
-¿Hay un estándar mínimo para ser redactor de una Constitución? ¿Sólo deben ser expertos o también caben ciudadanos comunes y corrientes?
-No, aquí no existe ningún estándar específico. Los procesos constituyentes en general han estado dominados por políticos profesionales; es la regla. En las últimas décadas, sobre todo en algunos procesos, hay una demanda creciente por mayor inclusión de delegados que vengan de fuerzas políticas no tradicionales, o también representantes de grupos sociales excluidos. Por ejemplo, en los casos de Colombia (1991), Bolivia (2009) y Ecuador (2008) hubo reserva de escaños para grupos indígenas, también preocupación para representación de género. En otros casos se ha asegurado la participación de independientes. Pero no hay un estándar. El proceso islandés fue con delegados electos por voto popular, pero sin afiliación partidaria. De hecho, representaban a miembros comunes de la sociedad. Fue un caso excepcional, no hay muchos así. Pero sí hay una demanda que claramente está en Chile de que haya mayor variación en la representación dentro del proceso constituyente de la que hay en el Parlamento. Recetas no hay ninguna. Ahora, ciertamente es importante no pensar que esto tiene que estar en mano de expertos. Yo soy abogado de formación inicial, luego con continuación como politólogo, pero creo que no es un trabajo para abogados específicamente. Tiene que haber expertos, técnicos en redacción en algunas de las comisiones, por supuesto. Es fundamental que haya asesoramiento en los asuntos técnicos, pero no tiene por qué ser una tarea de expertos exclusivamente.
-¿Y el azar no ha operado en algún proceso?
-(Emmanuel) Macron acaba de convocar a una convención ciudadana para redactar una ley que sirva para combatir el cambio climático en Francia. Se ha utilizado el procedimiento del azar en las asambleas ciudadanas en reformas electorales. Una de las pioneras en este sentido fue la asamblea en el estado British Columbia, en Canadá (2006). Ha habido otra experiencia en Irlanda, que se convocó una asamblea con dos terceras partes de composición ciudadana y una tercera de partidos, para reformas constitucionales. Lo que ocurre es que las asambleas ciudadanas están bien diseñadas para la discusión de reformas puntuales de aspectos concretos de reforma. Porque estas asambleas requieren una dedicación exclusiva durante un cierto tiempo de ciudadanos comunes que deben instruirse acerca de la temática, tener diálogos con la sociedad, conversaciones con expertos y seguir de un proceso de deliberación muy extenso de un
"Sin transformación la Constitución no va a ser aceptada, pero sin aspectos de continuidad va a producir rechazo en muchos sectores".