Fracaso de la cuarentena
El fin último de esta medida es frenar los contagios de covid-19. En Puerto Montt, luego de casi 100 días, el escenario sigue prácticamente igual, o incluso peor. Cualquier medida restrictiva debe ir acompañada de una fiscalización oportuna. Si aquello no se hace, los fines quedan sólo en el papel.
Cuando mañana se cumplan 99 días de la cuarentena impuesta por el Gobierno en Puerto Montt para frenar la propagación del covid-19, la ciudad se verá sometida a un nuevo endurecimiento de las restricciones sanitarias, esta vez con la ampliación del toque de queda, que en lugar de comenzar a las 23 horas, tendrá vigencia a las 20 horas (de paso limitándole a la población las escasas horas de luz solar en plena primavera). Además, a contar del próximo lunes, todos los trabajadores que circulan por las calles de la capital regional gracias a un permiso especial, que se da en el caso de quienes se desempeñan en actividades esenciales, deberán acompañar el contrato laboral que acredite su vínculo con el empleador que gestiona tales documentos.
El incremento de las restricciones sanitarias luego de más de tres meses del confinamiento que empezó el pasado 29 de julio, y mientras la mayoría del país va avanzando hacia las fases del plan "Paso a paso" que permiten gradualmente ir recuperando la normalidad, no refleja más que el absoluto fracaso de la cuarentena decretada por el Ministerio de Salud. Desde que el aislamiento se impuso en el país a fines de marzo como medida sanitaria extrema, se suponía que su propósito apuntaba a reducir la curva de contagios de coronavirus, en particular para evitar el colapso del sistema de salud.
Bajo este argumento es que se puede catalogar de fracaso a la cuarentena de la capital regional: a casi 100 días de confinamiento, el covid-19 sigue presente -en un escenario de contagios aparentemente distinto al del resto del país, como afirmó un epidemiólogo-. Y además, ahora entran en vigor nuevas medidas que pretenden reducir todavía más la libertad de desplazamiento en las calles.
Si la autoridad ha admitido que le ha sido complejo fiscalizar el cumplimiento de la cuarentena en estos meses, cuesta suponer que ocurra algo distinto ahora con el toque de queda ampliado o la exigencia de portar los contratos de trabajo en el caso de quienes usen permisos especiales. Es urgente que este tipo de medidas recuperen credibilidad dentro de la población, en caso contrario, no surtirán ningún efecto y el daño a la ciudad se intensificará. La falta de fiscalización se sigue extrañando en la ciudad.