Correo
Pesimismo por Chile
Con tristeza y mucha preocupación nunca he creído que el estallido social sea una expresión natural de mucha gente desencantada, sino que la gente estaba y sigue desencantada, cansada y aburrida. De aquí a que todos salgan a las calles a mostrar y demostrar que todos están en contra del modelo económico, de las AFP, de las isapres, de las autoridades; en fin, de todo lo que se "mueve". Hay molestias.
Sin duda que hay alguna dirección que en forma sistemática nos divide, nos hace estar en fricciones y terminaremos todos trenzados en disputas que no nos llevarán a un buen final. ¿En qué consiste entonces el concepto de la democracia?
Todos los días de Dios con insultos, desmanes y salidas de madre que hacen insostenible la convivencia nacional la cual muchos de nosotros siempre la hemos celebrado, y sin vergüenza alguna. Se habla de los ricos en forma peyorativa, nunca como una diferenciación leve. ¿Para dónde vamos? Nos hemos faltado el respeto y la tan anhelada democracia se ha convertido en una verdadera y penosa chacota.
Estamos empecinados, burdamente, en imponer nuestras propias ideas, desterrando, eliminando otras, llegando a amenazar a los que discrepan. Estamos entrampados en las discordias sin siquiera intentar unir diferentes ideas.
El Estado de Derecho lo han pisoteado en cada instante. Lo que antes era una democracia ejemplar, hoy día es una tiranía de unos pocos. Carabineros ya no sabe ni quiere actuar, porque todo lo de ellos es malo; las universidades privadas, perversas; la educación que no sea pública, es mala, etcétera.
Hemos caído en un vocabulario vulgar. Esto último es grave, porque hemos perdido el don de la palabra y su credibilidad, que fue un precioso regalo de Dios que nos sirve para buenos entendimientos; para conquistar y vencer sin armas y sin llegar a usar vocablos férreos e hirientes.
La verdad es que estoy personalmente muy desanimado y con escasa esperanza de que podamos reencontrarnos con la cordura. La violencia arrasa con el agradecimiento de los delincuentes y narcotraficantes. Me queda rogar a Dios y seguir peleando con mi arma indefensa que se llama "voluntad y voluntad ".
Mariano González Riquelme
Manifestantes encapuchados
Los carabineros no actuaron contra los "manifestantes" encapuchados que recientemente quemaron en Santiago cuatro buses en la Alameda con Las Rejas y una sucursal bancaria en la esquina de calle Moneda con San Antonio -a pocas cuadras del Palacio de Gobierno- ni anteriormente contra las iglesias de la Asunción y San Francisco de Borja, como debieron haberlo hecho, porque habrían sido imputados como autores de delitos y calificados como un peligro para la sociedad y sus grupos familiares habrían quedado sin sustento.
Adolfo Paúl Latorre
Pensiones y Constitución
La hoja en blanco no sólo es un efecto que se desprende de la derogación orgánica de nuestra actual Constitución, de ganar el Apruebo en el plebiscito de salida (artículo 142). En el último tiempo, se ha transformado en un principio de la razón práctica política, lo cual evidencia las verdaderas prioridades de ciertos sectores.
Puede que esté en sus preocupaciones -no presumo especial malicia en el actuar-, pero definitivamente no es prioridad para buena parte del Congreso mejorar las pensiones actuales y futuras, porque primero está la eliminación del sistema de capitalización individual.
Tampoco es preponderante mejorar el acceso a la salud, dado que antes está la eliminación de la libertad de elección del sistema de salud. Así, como en otras materias, el adanismo intransigente de algunos es verdaderamente preocupante.
Juan L. Lagos
Cotizaciones adicionales
Nuestra clase política jamás perdonará la acumulación de más de 200.000 millones de dólares pertenecientes a los trabajadores de nuestro país, dinero estratosférico al cual están imposibilitados de tocar un peso.
Pero hoy, de manera transversal, nuestros políticos consideran que el aumento de cotización debe ser de cargo del empleador -y no del trabajador-, pues sólo así ellos vuelven a tener el poder sobre parte de los ahorros previsionales, para así destinarlos según ellos estimen conveniente.
Pocos recuerdan nuestros peores años previsionales, en la década del '70, cuando la cotización era del empleador y del trabajador, el doble del porcentaje actual, con alta evasión y con pensiones que beneficiaban a grupos minoritarios, en desmedro del pueblo, que pertenecían a la Caja del Servicio de Seguro Social.
La cotización adicional debe ser a cargo del trabajador, o en última instancia ir íntegramente a su cuenta individual, sobre todo si consideramos el primer y segundo retiro de fondos, y los que seguramente vendrán.
Eduardo Jerez Sanhueza