Mario Barrientos González
Fecha de nacimiento: 21 de septiembre de 1944
Ciudad natal: Isla Huar
Estado civil: Casado con Edia Andrade
Familia: Dos hijos: Marcela, Mario y cinco nietos.
Oficio: Pintor
Fecha de nacimiento: 21 de septiembre de 1944
Ciudad natal: Isla Huar
Estado civil: Casado con Edia Andrade
Familia: Dos hijos: Marcela, Mario y cinco nietos.
Oficio: Pintor
Mario Barrientos nació en una Isla Huar (Calbuco), donde, según cuenta, el medio de comunicación era el bote y la lancha. De ahí que su temática preferida a la hora de pintar sean las marinas, los puertos y las caletas.
Aunque en el último tiempo las flores también forman parte de los temas predilectos por este destacado paisajista y acuarelista que se encuentra radicado en Puerto Montt.
Barrientos forma parte de un selecto grupo de pintores que siguieron el camino, entre otros, de Pacheco Altamirano, Manoly y Hardy Wistuba.
"Fui amigo de Manoly, por ejemplo, mientras que Gastón Gómez fue mi profesor de Arte en el Colegio San Javier", recuerda.
Y es que tras cursar la primaria de la Isla Huar, se trasladó a Puerto Montt para seguir con sus estudios de humanidades en el Colegio San Javier.
Una vez egresado, ingresó a estudiar Ingeniería Mecánica en un programa especial para trabajadores, que impartió en Puerto Montt la Universidad Técnica del Estado.
Sin embargo, producto del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la carrera se cerró y con ello se terminó su sueño de ser ingeniero.
Sobre la elección de esta carrera, cuenta que es fanático de las máquinas y que sus dos hobbies son las ferreterías y las librerías.
Mario Barrientos, como buen pintor que es, no para de crear. Todos los días se prepara para iniciar una nueva obra.
Es su oficio y por lo mismo "pinto casi todos los días. No puedo dejar de pintar".
Barrientos, quien es considerado uno de los mejores acuarelistas del país, partió, por razones políticas, a vivir a Bariloche, Argentina, en 1982.
Según recuerda, en este país, donde permaneció por 15 años, hizo muchas cosas. "Todos los que nos tuvimos que ir en aquella época casi no nos conocía nadie, por lo que tuvimos que trabajar en distintas áreas: yo me desempeñé como carpintero. Por lo demás, soy un apasionado de la carpintería".
De esta forma, relata, en la noche pintaba y de día hacía otras cosas, por lo que durante años "fui un pintor nocturno".
Ya de vuelta en la capital regional se dedicó de manera exclusiva a la pintura. "Nunca he dejado de pintar".
-¿Tiene pensado preparar alguna exposición?
-En estos momentos, producto de la pandemia, no se puede hablar de preparar nada, por lo que esperaré que se normalice la vida para volver a buscar lugares donde realizar una exposición. Ahora, junto a mi amigo, Ramón Soto, quien también es un pintor nacido en Huar, expusimos en el Diego Rivera y la idea era llevar estas obras a la Isla Huar, que es el lugar que nos vio nacer y donde empezamos ambos a tirar las primeras pinceladas. Pero estábamos con la camioneta cargada de cuadros y no pudimos ir, porque cerraron las escuelas por el estallido social y, posteriormente, por la pandemia.
-¿Piensa agregarle más obras a esta exposición?
-Proyecto seguir el camino de la exposición que tenía preparada del año pasado, pero, al mismo tiempo, sumaré otras cosas. Y es que al ser acuarelista, la acuarela es rápida, por lo que un cuadro se puede terminar en una misma jornada de trabajo.
-¿Cuánto tarda en llegar la inspiración para darle vida a su obra?
-Sobre la inspiración, ojalá me encuentre trabajando, si no no sirve. Generalmente, uno cuando parte tiene una idea y esa es la que va desarrollando a medida que va pintando; pero hay cosas que se van modificando, ya que al ser la acuarela belicosa a veces te lleva a un lugar que no habías pensado. Y así queda. Esa es la magia de la acuarela, que exige una mayor perfección, pero también a veces hace su propio trabajo.
-Puerto Montt es una tierra de pintores por excelencia...
-La ciudad los aprovechó poco, pero bueno, eran otros tiempos. Puerto Montt tiene una particularidad: nunca ha sido muy amable con sus artistas. En otras ciudades se les respeta y se les quiere mucho y yo veía esa gran diferencia con Puerto Montt, aunque últimamente esto ha ido cambiando un poco, ya que a través de la Corporación Cultural se han realizado muchas cosas. Pero Chile, en general, ha sido poco amable con sus artistas. No nos olvidemos que a Gabriela Mistral se le entregó el Premio Nacional de Literatura como 10 años después que el Nobel. Tenemos un déficit como país. Y yo creo que un país sin artistas es un país muerto. Sin mirar en menos al resto de los profesiones u oficios, yo creo que el del artista es el que le entrega alma y corazón a un pueblo.
-¿Hoy cómo ve el desarrollo de la pintura?
-Yo veo las cosas con optimismo y creo que cada día se va reconociendo y valorando más. Además hay muchos artistas y pintores nuevos que tienen que trabajar para seguir. Siempre aparecen muchos, pero en el camino se va quedando mucha gente. Y es que vivimos en un mundo materialista donde el dinero es el que manda y los padres, cuando su hijo o hija va a estudiar a la universidad, casi le obligan a cursar una profesión que esté acorde con los tiempos, en la que se gane dinero, por lo que si dice que será artista le preguntan "de qué vas a vivir"... Pero es preferible morir haciendo lo que uno quiere, le gusta, lo llena y lo hace feliz, a pasar una vida sufriendo con algo que no te gusta.