¿Quo Vadis, Puerto Montt?
La famosa frase latina, Quo Vadis, significa "adónde vas", y es una referencia bíblica que nos señala cuando Pedro escapaba de Roma por la famosa Via Apia, y en ella, se encuentra con Jesucristo que cargaba una pesada cruz, quien le pregunta adónde se dirige.
Esta columna de opinión no tiene que ver con creencias o dogmas de fe, sino que con nuestra ciudad.
¿Adónde Va Puerto Montt?
El arquitecto Raúl Ilharreguy Gutiérrez, a través de este mismo medio, ha venido sosteniendo, críticamente, el devenir urbanístico y arquitectónico de nuestra capital regional de las últimas décadas y en particular de nuestro borde costero y de los terrenos donde se ubicaba la icónica Estación de Ferrocarriles.
De lo que se prometió, de lo que se ejecutó finalmente y de lo que no se cumplió. Incluso, señaló que "nos dimos cuenta tarde de los errores de los urbanistas".
Rápidamente reaccionaron los representantes de los dos principales grupos inmobiliarios aludidos por el arquitecto, e incluso días atrás, también a través de las páginas del Diario El Llanquihue, el senador Rabindranath Quinteros se defendía señalando que "es muy fácil criticar con los ojos de hoy lo que se hizo hace 30 años".
Pero este necesario y sano debate, ¿debe ser sólo de los expertos, sólo de los arquitectos, urbanistas, diseñadores, empresarios o legisladores?
Merecemos una explicación. Los habitantes de esta ciudad, los nuevos y también los antiguos de ¿por qué se hizo lo que se hizo? ¿Nos gusta la ciudad que tenemos?
¿Era necesario instalar esas enormes moles de cemento en nuestra hermosa costanera y no haberlas construido en las afueras de la ciudad? ¿Quedarán maravillados con estas construcciones nuestros visitantes? ¿Alguien debiera dar una explicación?
Explicaciones estéticas, por lo menos.
Son interrogantes, a mi entender, legítimas porque nos merecemos algo mejor.
Respetar nuestro pasado, cuidar nuestro patrimonio .
Se dice majaderamente que no tenemos identidad, que somos un caleidoscopio de realidades y es innegable, también, que Puerto Montt ha crecido y se ha desarrollado muchísimo. Ya no es la ciudad taciturna y pausada de los años 70 y 80.
Hoy es viva, dinámica, progresista.
Es verdad, somos una ciudad portuaria, turística, de servicios, comercial e incluso industrial, y el desafío, por tanto, es la integración y un desarrollo armónico de todos nuestros barrios y nuestro enorme y extenso bordemar.
Si algo debiera motivar a los habitantes de una ciudad es pensar en su destino, pensar en su desarrollo. Pensar en la polis.
Esto ya lo ejercitaban los griegos, y eso posibilitó que sus majestuosas acrópolis o templos sean motivo de admiración hasta nuestros días. Hoy, nosotros, tenemos el derecho y la obligación de ser soñadores, de ser protagonistas y decidir sobre el destino de nuestras comunidades. Vivimos tiempos de cambio.
El plan regulador comunal de Puerto Montt está entrando a su fase final y legal de participación, en la que ya se han involucrado miles de puertomontinos.
Es tiempo todavía de actuar. Es tiempo de los ciudadanos, no dejemos este debate sólo en manos de los grupos inmobiliarios o de unos pocos expertos.
No nos quejemos después? ¿Adónde irá Puerto Montt?
Dependerá de los puertomontinos, porque la estética debe ir siempre acompañada de la ética.