de tu lugar en la sociedad, de cómo puedes vivir y enfrentar las situaciones que se producen por un escenario de estas características. Entonces, tenemos que resolver esto.
-El fin de las desigualdades plantea cambios profundos...
-No hay que tenerle miedo a los cambios, ni a la necesidad de modificar las cosas que no pueden seguir estando así. Yo creo que el estallido social marca un antes y un después. Creo que Chile tiene que tener nuevas conversaciones a partir de lo que ahí sucedió, porque se requiere de cambios fundamentales y no seguir administrando un modelo que ha beneficiado a muy pocas familias en Chile y a pocas personas, porque hay una gran mayoría que vive cotidianamente las consecuencias de la desigualdad. Y por eso hay que atreverse a cambiar. Hay que atreverse a realizar modificaciones y ahora es cuando. Y eso lo ha mandatado la propia ciudadanía después del estallido social tan relevante, impactante, pero con un profundo sentido histórico.
Luces y sombras
-¿Qué le ha parecido el manejo de la pandemia?
-Yo creo que, como en todos los países, hay luces y sombras. Hay algunas luces y muchas sombras en el caso chileno. En lo que respecta a las luces, creo que hubo una buena capacidad o rápida capacidad de reconversión de camas. Luego hubo un retraso importante en la capacidad de responder, desde el nivel primario de atención de salud, de dejar todo en el nivel terciario, hospitalario, y con eso impactar fuertemente la cantidad de gente que se estaba contagiando y de esa forma no poder contener el contagio. Entonces, el testeo, la trazabilidad y el aislamiento fue más lento.
En cuanto a la provisión de vacunas, creo que ha sido otra luz que ha tenido el país, en materia de reservarlas. Es un proceso largo que tiene sus dificultades, pero creo que hay que valorar el hecho de que exista un plan de vacunación. Y en la parte de la sombras, creo que la comunidad científica, la organización social y la mesa de diálogo, fueron poco considerados en el proceso de toma de decisiones. La comunidad científica, en esto, tiene la voz, tiene la palabra y tienen que tenerlos como principales asesores para la toma de decisiones. Así habríamos, quizás, evitado un nivel de contagio tan amplio, grande y masivo como el que tuvimos y como el que, lamentablemente, estamos teniendo ahora, nuevamente.
Yo no digo que la pandemia se hubiera manejado de manera deficitaria en Chile. Yo lo viví en América Latina comparando países, por mi trabajo anterior, y entiendo que hay una dificultad, sin lugar a dudas, en todos los países, dependiendo de la capacidad de los Estados para responder.
-¿En Chile faltó más determinación?
-No nos inscribimos dentro de los países que han respondido mejor. Por otra parte, está todo el apoyo de carácter económico que se demoró, que fue excesivamente complejo, con mucho detalle, con mucha letra chica y que también generó que la gente tuviera dificultades para cuidarse, mantener el aislamiento y el confinamiento, porque necesitaban salir a buscar los recursos necesarios para poder alimentar a su familia. Entonces, creo que hubo una dilación demasiado importante que impactó la posibilidad de contención de la pandemia, en circunstancias que el Estado chileno tiene la capacidad de endeudarse y de poder proveer con seguridad a las familias, cosa que todavía es posible de realizar porque vamos a estar lidiando con esta pandemia una buena parte del 2021 y, por lo tanto, la gente necesita de ciertas certezas y el Estado chileno, por tener una historia macroeconómica saludable, puede incluso endeudarse más todavía.
Por lo demás, el FMI dice que hay un espacio fiscal para contraer una mayor deuda que permita ir en alivio de las familias y, por supuesto, de las pequeñas y medianas empresas que han sufrido mucho esta crisis. Hay espacio para mejorar y creo que todavía se está a tiempo para aquello.
-¿El proceso constituyente podría contribuir en mejorar este escenario?
-El proceso constituyente tendrá un impacto desde el punto de vista económico, social y de la institucionalidad política, lo que es muy relevante. Esperamos que se pueda consagrar un Estado social de derechos, con un modelo de desarrollo inclusivo, donde, de verdad, transformemos a Chile en un país de todos, de todas y de todes, porque me parece que la inclusión de todas las personas y las garantías de los derechos fundamentales constituyen una base fundamental para, realmente, transformarnos en un país desarrollado. No hay éxito posible si no hay éxito social, y eso creo que es muy importante.
-¿Es una buena oportunidad para que la gente recupere la confianza en los partidos políticos?
-Es un proceso de largo aliento. Creo que hay que invertir mucho tiempo, mucho diálogo, muchas escuchas, ya que la desconfianza es profunda. No es algo superficial. Es muy profundo y tiene antecedentes muy legítimos. La pérdida de confianza tiene que ver con una crisis, en cuanto, por ejemplo, al financiamiento de la actividad política, a las experiencias de corrupción y a cuando el Estado tiene que protegerme y no está. Y eso, obviamente, genera mucha desconfianza; tiene que ver también con el sector privado, de cómo el mercado funciona y no protege al consumidor, sino que más bien lo perjudica, y eso también genera desconfianza. Entonces es bastante sistémica la desconfianza y su abordaje requiere de mucho tiempo para ir reconstruyendo poco a poco y tejiendo esta confianza a través de un instrumento, aunque hay muchos y uno de ellos es la participación ciudadana y la democracia directa y representativa, que tiene que ver también con las políticas públicas que se vinculan al sistema de la participación y que podemos construir de abajo hacia arriba, escuchando más a la gente a través del diálogo.
-¿Qué le parece que Puerto Montt estuviera más de 130 días en confinamiento, luego cinco semanas en fase 2 y ahora nuevamente en cuarentena total?
-Entendemos que las medidas de confinamiento son muy difíciles de sostener durante períodos largos de tiempo por varias razones. Una de las principales es porque la gente necesita tener ingresos para poder subsistir. Entonces, es ahí donde si no hay una respuesta efectiva de parte del Estado, las personas tienen que buscar la manera de salir adelante y en eso el pueblo es muy inteligente. Pero el confinamiento largo tiene otros impactos, como la salud mental en los adultos mayores, en los adolescentes, en los niños y en las mujeres, por la sobrecarga de cuidados que ha sido tremenda para ellas, sumado a que su retroceso laboral es enorme, porque al no tener donde dejar a los niños (escuelas y salas cunas cerradas) termina no teniendo un trabajo remunerado, pero sí el de la casa. Entonces, hay un problema severo y estructural y es por eso que el Estado tiene que tener una mayor fortaleza, un mayor músculo para poder abordarlo. Este problema de los confinamientos prolongados no sólo se han dado acá, sino que en muchos países de la región, donde claramente esta pandemia ha sido difícil de abordar. Hay que evaluarla con el tiempo; pero yo sigo insistiendo que con una ayuda más decidida y con mayor segurización por parte del Estado a las familias, estas medidas podrían haber sido más manejables.
-En el segundo período de la Presidenta Bachelet tuvieron lugar el Caso Penta, el Caso Caval y la salida del ex ministro Rodrigo Peñailillo, ¿cree que estos hechos profundizaron aún más la desconfianza?
-Hubo una sumatoria de sucesos que, por supuesto, modificaron los niveles de confianza y la crisis de las instituciones. Pero lo importante fue la respuesta que desde el gobierno se hizo y que fue institucional a ese problema de desconfianza, y que fue una propuesta de medidas anticorrupción. Una agenda anticorrupción muy fuerte y pro probidad. Creo que es la respuesta necesaria en torno a que necesitamos responder con mejores políticas públicas que permitan prevenir cualquier tipo de situación ligada a estos problemas de transparencia.
Elecciones
-¿Como vislumbra la contienda electoral con Chile Vamos y frente a un candidato, como Joaquín Lavín, que lleva mucho más tiempo en campaña?
-Yo no voy a hablar ni a hacer juicios personales; pero claramente ocupamos espacios políticos diferentes. Ellos tienen una coalición que está formada por un grupo importante de quienes apoyaron el Rechazo a la nueva Constitución, lo que es una realidad. Es un hecho público y notorio que se han aliado con la derecha más extrema y, por lo tanto, representan ese orden valórico de Chile. Es un sector que está planteando sus ideas, pero no hay que olvidar cuáles son sus orígenes.
-¿Y el que Lavín lleve más tiempo en carrera?
-Es parte del juego democrático, del juego político, de las circunstancias. Pero es la ciudadanía la que finalmente decide y determina quién es la persona que puede dirigir los destinos del país. Y yo planteo una lógica distinta, ciudadana, participativa y muy demandante y que además tiene, a diferencia de otras elecciones, un proceso constituyente vivo, en marcha, y para el cual se tienen que dar garantías de que se puede desarrollar de la mejor manera.
-¿En su zona ha logrado el apoyo de los distintos actores de su partido?
-Agradezco el apoyo inmediato del alcalde de Puerto Montt, Gervoy Paredes, del senador Rabindranath Quinteros y del diputado Fidel Espinoza. Todos me han manifestado su respaldo y Gervoy se ha puesto muy activo en el apoyo a esta precandidatura. También me he reencontrado con militantes históricos que trabajaron con mi padre y por eso lo mencionan y recuerdan.
El otro día conversé con Paulo Anderson, Enrique Villalobos, Albán Mancilla, Pamela Soto, María Vargas, con tantas compañeros y compañeras... ha sido tan bonito este reencuentro, y es que a pesar de la pandemia en que tenemos que estar separados nos conectamos por teléfono.